(Continuación) Resaltar aquí que una importante consecuencia derivada de
estos tres puntos anteriores, es el hecho de que, al margen de estrellas y cometas, todos los cuerpos del Universo,
excepto el propio Sol, eran
semejantes entre sí.
4. Por último, el menor valor del diametro
angular de las estrellas sorteaba los inconvenientes que el astrónomo danés
Tycho Brahe (1546-1601) planteó al
modelo del monje polaco Nicolás Copérnico
(1473-1543).
Lo sorteaba en el sentido de que si la esfera de las estrellas fijas se hacía lo suficientemente
grande, como para que no fueran apreciables efectos de paralaje por el movimiento orbital terrestre, las estrellas
deberían ser enormes. También llamado tamaño
angular, es la dimensión aparente del diámetro ecuatorial de un cuerpo
celeste, expresado como ángulo y suponiendo al observador en su vértice.
En definitiva, que lo de Galileo
no fue un descubrimiento menor pues sus aportaciones a favor del heliocentrismo, fueron de naturaleza
empírica y no elucubrativa, constituyendo un punto de inflexión en la larga
disputa entre helio y geocentrismo. Y como es sabido, hay que ir adonde nos
lleven las pruebas, por lo que la controversia científica estaba servida.
De los satélites de Júpiter
Entendido como satélites naturales,
cualquier cuerpo celeste que orbite alrededor de un planeta, Júpiter es el quinto del sistema solar
por orden de alejamiento, el más antiguo, más incluso que el propio Sol de
quien va por detrás en lo que respecta a tamaño y, también, el que más
satélites tiene.
Y es que desde finales del siglo XIX no se ha dejado de descubrir nuevas
lunas jovianas, mucho más pequeñas que las mediceas y que han recibido los
nombres de las amantes, conquistas e hijas del dios romano Júpiter o su predecesor griego, Zeus.
En total superan ya las cinco docenas y, de todos ellos, los más grandes
son los cuatro mediceos (en honor al mecenas Cosme de Médicis) descubiertos por Galileo en 1610, a saber: Ío,
Europa, Ganímedes y Calisto, de lo más distintos entre sí. Les ofrezco un
extracto de ellos:
Ío o Júpiter I. Es el tercer
satélite de Júpiter por tamaño (es ligeramente más pequeño que nuestra propia
Luna), el quinto por distancia y, de los cuatro que nos traen hoy aquí, el más
cercano al planeta Júpiter cuya fuerte atracción gravitatoria genera unas mareas
tan marcadas, que provocan un vulcanismo muy activo. (Continuará)
[*] Introduzcan
en
[Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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