(Continuación) Como recordarán el genio se encontraba por esas fechas inmerso
en su “triunfal paseo relativista” por medio mundo y, como a él les gustaba
humorísticamente decir: “silbando mi teoría
de la relatividad”.
El caso es que hasta el verano de 1923 no pudo encontrar un hueco en su
agenda y acudir a Estocolmo, donde por fin recogió el premio. Premio que, ojo
no lo olviden, recibió por el efecto
fotoeléctrico, si bien el discurso de aceptación que pronunció nada tenía
que ver con dicho efecto sino con la relatividad,
faltaba más. Su título, por si están interesados, fue: ‘Ideas y Problemas
Fundamentales de la Teoría de la Relatividad’. Estarán conmigo que no podía ser
de otra manera.
- Robert Vivian Pound (1919-2010), Premio
Nobel de Física en 1952. Bueno en realidad, si buscan la lista de
galardonados para ese año y especialidad, lo que podrán leer es que fue
concedido al físico suizo Felix Bloch
(1905-1983) y al estadounidense Edward
Mills Purcell (1912 -1997) que lo compartieron por sus investigaciones
independientes, “por su desarrollo de
nuevos métodos para las mediciones de precisión magnética nuclear y los
descubrimientos en relación con eso”.
Es la técnica que en la actualidad conocemos como resonancia magnética nuclear (RMN) y que Pound ayudó a descubrir aunque, por una cuestión de limitación en
el número de destinatarios del premio, sólo se designaran dos y él quedara
fuera. No obstante su nombre fue mencionado de forma explícita en uno de los
discursos de la entrega, “el experimento
muy interesante que realizó junto con el Dr. Pound”. Al César lo que es del
César...
- Rudolf Ludwig Mössbauer
(1929-2011), Premio Nobel de Física en 1961
“por sus investigaciones sobre la absorción de la resonancia de la radiación
gamma y por su descubrimiento relacionado del efecto que lleva su nombre” y
que el físico alemán compartió con el estadounidense
Robert Hofstadter (1915-1990) que lo recibió “por
sus estudios pioneros sobre la dispersión de los electrones en el núcleo
atómico y por sus descubrimientos logrados en relación con la estructura de los
nucleones”.
De la Arquitectura
No puedo ir cerrando esta ya larga serie, consta por ahora de 22 entregas y
arrancó allá por las postrimerías del invierno pasado, sin hacer un comentario
sobre la disciplina de la arquitectura,
esa actividad humana en la que se aúnan como en pocas: ciencia, técnica y arte.
Una profesión con arte en la forma -son obras de arte como continente, algunos
de los edificios que construyen-, y con ciencia y técnica en el fondo, por lo
que necesita de ellas en su contenido. Sin intención de agotar el tema, un
arquitecto necesita conocer la resistencia
y plasticidad ante la carga que
deben soportar, de aquellos componentes, estructuras y materiales que
constituyen un edificio.
Y éste es un conocimiento que le aportan disciplinas como: la ciencia de los materiales, un campo
multidisciplinar encargado de investigar la relación entre la estructura y las
propiedades de los materiales; esa parte de la mecánica que se ocupa de la composición de fuerzas, es decir la estática; y naturalmente ese otro campo
de conocimientos que atraviesa a casi todas las ciencias, de la naturaleza o no,
y que es la matemática , no
olvidemos que la arquitectura es geometría, sea plana o curva. (Continuará)
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