domingo, 22 de abril de 2018

De las lunas de Júpiter (y 2)

(Continuación) El séptimo día de Enero del presente año, 1610, en la primera hora de la siguiente noche, cuando estaba yo viendo las constelaciones de los cielos a través de un telescopio, el planeta Júpiter se presentó ante mi vista y como quiera que yo me había preparado un instrumento excelente, observé una circunstancia que nunca antes había sido capaz de ver, a saber, tres pequeñas estrellas, pequeñas pero muy brillantes, estaban cerca del planeta; y aunque yo creí que pertenecían al conjunto de estrellas fijas, hicieron sin embargo que reflexionase, porque parecían estar situadas formando una línea recta perfecta, paralela a la eclíptica, y ser más brillantes que el resto de las estrellas, igual que ellas en magnitud...
Cuando el 8 de Enero, guiado por una cierta fatalidad, volví a mirar a la misma zona de los cielos, encontré un estado de las cosas muy diferente, ya que las tres pequeñas estrellas estaban todas al oeste de Júpiter, y más cercanas entre sí que la noche anterior.
Y por tanto yo concluí, y decidí sin dudarlo, que existen tres estrellas en los cielos que se mueven alrededor de Júpiter, como Venus y Mercurio lo hacen alrededor del Sol; lo que fue establecido de largo tan claro como la luz del día por otras numerosas observaciones posteriores. Estas observaciones también establecieron que no sólo existen tres, sino cuatro, cuerpos sidereos erráticos que hacen sus revoluciones alrededor de Júpiter.”
Autoría discutida
Como solía ser frecuente en aquella época, al descubrimiento de las lunas de Júpiter no tardó en aparecerle otra paternidad. Un nuevo “padre” que llegó cuatro años después y se dio a conocer a través de la obra publicada en 1914 con el expresivo nombre de Mundus Iovialis anno M.DC.IX Detectus Ope Perspicilli Belgici, algo así como “El mundo joviano descubierto en 1609 por medio del telescopio holandés”.
Su autor era el astrónomo alemán Simon Marius (1573-1624) y en él describía el sistema planetario de Júpiter que afirmaba haber observado en noviembre de 1609, unas seis semanas antes que Galileo, que lo había hecho en enero de 1610.
O sea que él fue quien vio primero a las lunas y no Galileo, solo que no lo publicó hasta 1614, lo que suena algo sospechoso la verdad pero, bueno, podría ser cierto. En cualquier caso el pisano lo tildó de mentiroso y lo acusó de plagio, no sin fundamento ya que Marius por aquella época también afirmó haber descubierto la galaxia de Andrómeda, cuando era conocida desde la Edad Media por astrónomos árabes. En fin que la disputa estaba servida entre ellos.
No obstante, y en honor a la verdad, les tengo que decir que en la actualidad se piensa que es posible que el alemán hubiera descubierto los satélites de Júpiter por las fechas que afirmó hacerlo e independientemente de Galileo. Por esas fechas pero no antes y no es que mintiera, sencillamente era una cuestión calendaria. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.



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