(Continuación) Pues básicamente se puede decir que no estuvo a la altura de
las circunstancias, dicho esto casi en sentido literal aunque debe de quedar claro
que, y vaya por delante, el fallo fue desde el punto de vista científico y
técnico que no artístico.
Acierto
arquitectónico
Sin lugar a dudas el edificio es una maravilla arquitectónica del siglo XX,
que desde el primer momento destacó por su audacia escultórica y un dinamismo
formal, capaz de transmitir la fascinación
de su autor Erich Mendelsohn por el
movimiento.
Ya a simple vista llaman la atención las líneas curvas de su superficie, que
parecen estar ejecutadas del mismo modo como se moldea una escultura, y en la
que cada una de las partes acentúa su interacción con el resto ayudando a dar
una sensación integral de movimiento.
Se trata de una arquitectura escultórica-expresionista de lo más
representativa, de una de las ideas de su autor para quien “[los edificios] deberían
ser organismos vitales capaces de expresar sus fuerzas interiores a partir de
su estructura”. De ahí quizás el escueto comentario einsteniense: “Organic”.
Ni que decir que la obra convirtió a Mendelsohn en el “revolucionario nato”
de la arquitectura de su generación. La torre se remató con una cúpula metálica
que podía abrirse para permitir la entrada de la luz solar, que mediante un sistema
óptico de lentes y espejos era reflejada hacia el interior,
donde se realizaban diferentes experimentos destinados, sobre todo, a validar la
teoría de la relatividad general.
Y esta doble circunstancia existencial del edificio entre artes (arquitectura
y escultura) y ciencias (astronomía, física y matemática), le confirió sin duda
un status especial. En palabras de un
historiador: “Era una especie de versión moderna de una montaña mundial
cósmica, con un rayo divino que penetra en las sombras de un mundo subterráneo
y revela las leyes de la ciencia”.
En fin, no me atrevería yo a decir tanto,
pero quién es uno para opinar al respecto.
Lo que sí es objetivo es el hecho de que en realidad, por un motivo u otro,
el edificio no estuvo en funcionamiento mucho tiempo.
La relativamente rápida llegada del nazismo al poder y sus tendencias
antisemitas obligaron, de un lado, a exiliarse a dos de los protagonistas, Mendelsohn y Einstein, y del otro, a que el edificio quedara primero abandonado,
sin ninguna funcionalidad, después sometido a la devastación de la guerra y por
último en manos del olvido. No obstante sobrevivió.
Como ya hemos adelantado toda la parafernalia científica que albergaba estaba
destinada a investigar uno de los efectos que predecía la teoría de la
relatividad de Einstein, el desplazamiento hacia el rojo de la luz en el espectro
electromagnético ocasionado por el campo gravitatorio de un cuerpo masivo. Sin
embargo no pudo ser. (Continuará)
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