(Continuación) Y la llamó. Porque el escritor no iba montado en el avión ese
día pero, ¿cómo era eso posible, si estaba allí precisamente para informar del
vuelo? En este sentido la misma Consuelo
habla de “un milagro más de su vida”.
No llego yo a tanto, por suerte o desgracia no alcanza hasta esa cota de
credulidad mi fe, pero lo que no se puede negar es que algo de misterioso sí
tiene el asunto. Resulta que Saint-Exupéry,
a diferencia del resto de invitados, viajó en el ‘Maxim Gorki’ pero en una prueba que se realizó el día anterior a
la catástrofe, por invitación expresa del jefe de las Fuerzas Aéreas soviéticas.
Lo que nos lleva a preguntarnos ¿Por qué? ¿De quién partió la orden para
adelantar su viaje? ¿Con qué motivo se hizo? Lo dicho, es un misterio. (“Para ver claro, basta con cambiar la
dirección de la mirada”).
Preguntas
en busca de su Pirandello
Hay quienes piensan que, al tanto de la conspiración para provocar el
accidente del avión, determinadas personas creyeron conveniente salvar al
prestigioso piloto y escritor francés, a fin de no empeorar las relaciones con
Francia, dado el rearme y la expansión que ya experimentaba la Alemania nazi.
Claro que por otro lado no es que se fiaran del piloto, al fin y al cabo
era un corresponsal en la URSS y por tanto un espía en potencia que, además,
tenía conocimientos técnicos. De hecho Saint-Exupéry
fue vigilado durante toda su estancia por el NKVD, embrión del KGB.
O sea, que no está claro el porqué, aunque el escritor tenía su propia
hipótesis cuando escribió.: “... Sé que
esta tragedia no fue provocada por un error técnico, ni por la ignorancia de
los diseñadores o por un error de la tripulación. Esta tragedia no es una de
esas que llevan a la gente a dudar de sus posibilidades”. En fin.
En cualquier caso, y fuera el “santo” que fuere, el piloto se salvó y con
él el escritor de algunas de las páginas más leídas del siglo XX. Baste
recordar entre otras Tierra de hombres
(1937), Piloto de guerra (1942), El Principito (1943), Carta a un rehén (1944) o Ciudadela (1948).
Lo que sí parece una constante en la vida de Saint-Exupéry es el hecho de
que los misterios le acompañaron hasta el final de sus días, y lo digo en
sentido literal. Su propia desaparición el 31 de julio de 1944 en una misión de
reconocimiento relacionada con el desembarco de los aliados -su avión se había
adaptado para que pudiera fotografiar las costas del Sur de Francia, ocupadas
por los alemanes- es otro misterio.
¿Tuvo un fallo técnico el avión? ¿Fue abatido por
el enemigo? ¿Se suicidó? El caso es que no regresó. (“Es mucho más difícil juzgarse uno mismo que juzgar a los demás. Si
logras juzgarte correctamente serás un verdadero sabio”). (Continuará)
Le agradecería que escribiera sobre aspectos científicos y técnicos del avión Maxim Gorki. Le felicito por los temas que escoge y cómo los desarrolla.
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