(Continuación) Pero como principio quieren las
cosas, les he iniciado la entrega con un vídeo de los seis minutos largos de “Seguir
hablando”, que arrancan con algo más de uno de música instrumental, a cargo de David Gilmour y su solo de guitarra, seguido
de unos veinte segundos con la parte hablada de Stephen Hawking y completado con el resto de la composición y la
voz del guitarrista conectado a un talk
box, un modulador y distorsionador de sonidos.
‘The Division Bell’ fue el decimocuarto disco y último del pasado
siglo del grupo, y como les anuncié, voy a contarles algo sobre el origen de su
título y la razón de la imagen de su portada.
Para empezar han de saber que aunque
estaba decidido publicar el disco en el mes de abril por estrategias
comerciales, lo cierto es que en pleno enero aún no tienen claro cuál sería su
nombre.
Pero bueno se terminaron decidiendo y el escogido, “La campana de la
división”, por lo que tengo leído, podría tener dos orígenes diferentes: uno de
naturaleza política y otro de naturaleza literaria.
The Division Bell, un
título político
En consonancia con la temática general de la comunicación (o mejor dicho de
su falta) del disco, su título podría venir de la expresión Parliamentary Division Bell, que es con
la que se designa a los dispositivos acústicos utilizados para llamar a votar a
los parlamentarios, tanto de la Cámara de los Comunes como de la Cámara de los
Lores del Parlamento del Reino Unido.
Unas campanas que se encuentran en las inmediaciones del edificio y avisan
a sus miembros que tienen ocho minutos (8 min) para llegar a las dependencias
donde se está llevando a cabo la votación, y hacerlo a favor o en contra de la
resolución propuesta. Es una inevitable “campana para la división”, después de
la imprescindible “comunicación”.
Se trata de un origen para un título discográfico que bien podría ser, por
qué no, pero resulta que tenemos otro posible origen, este de naturaleza literaria.
The Division Bell, un
título literario
Literario porque resulta que al parecer, en el transcurso de una cena Douglas Adams, amigo de David Gilmour, le sugirió que le
pusiera ese título ya que aparecía en la letra de la canción ‘High Hopes’ incluida en el disco. A
saber si sería así y existe una relación causa-efecto, lo que podría ser.
Lo que sí es seguro del todo es el hecho de que no voy a dejar pasar el
magnífico nexo que supone la aparición en esta historia del comensal y amigo de
David, cuyo nombre simplificado es probable que algunos de ustedes hayan
asociado con el del escritor británico Douglas
Noël Adams (1952-2001). En efecto.
Se trata del conocido autor de la archiconocida obra ‘Guía del autoestopista galáctico’, una serie de novelas de ciencia
ficción humorística que empezó en 1978 como comedia radiofónica transmitida por
la BBC, para pasar al año siguiente a
convertirse en una novela y en años posteriores en una serie de televisión (1981),
un juego de ordenador (1984) y una película (2005).
Un Douglas Adams que además de
escribir sentía auténtica pasión por la
música de la que confesaba tener una necesidad vital. Él mismo cuenta que muchas
veces, cuando ante la página en blanco las musas no le visitaban, recurría a la
música para llamarlas.
Supuestamente es lo que le ocurrió en 1980 mientras
escribía ‘El restaurante del fin del
mundo’, la segunda entrega de la saga Guía
del Autoestopista Galáctico, y que pudo terminar gracias a oír One Trick Pony, del músico
estadounidense Paul Simon, publicado
en agosto de ese mismo año. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar
en el blog] las palabras en negrilla
y cursiva, si desean ampliar
información sobre ellas.
¿Esto será real? Es que he leído que el terraplanista Fernando Martínez Gómez-Tejedor agregó 990.000€ a la recompensa de Howard Stirrup por 10.000€ para la persona que envíe una fotografía real para comprobar que la tierra es redonda y no plana. Dicen que para el contacto pueden hacerlo por: Tierraplana@planetmail.net o Whatsapp: +34603261072
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