Seguro estoy que en la primera parte del titular, muchos de ustedes habrán reconocido
el popular y archiconocido número musical de la zarzuela ‘La canción del olvido’, compuesta de un solo acto dividido en
cuatro cuadros y cuya acción transcurre alrededor de 1799, en la imaginaria ciudad
de Sorrentinos, en el reino de Nápoles.
Cantada por un tenor y un coro de soldados en el segundo de sus cuadros (“Soldado
de Nápoles / que vas a la guerra / mi voz recordándote / cantando te espera”),
forma parte del libreto que en 1912 escribieron Federico Romero Sarachaga y Guillermo
Fernández-Shaw Iturralde, con música del maestro José Serrano.
Una obra que tras algunos años de vicisitudes se logró estrenar con gran
éxito en el Teatro Lírico de Valencia (17 de noviembre de 1916), y
posteriormente en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, el 1 de marzo de 1918 también
de forma muy exitosa.
De lo que quizás no estoy tan seguro, es de que estén al tanto de la intrahistoria
que acompaña a la vinculación con la pandemia de gripe del final cabecero y que
tiene que ver con la última de estas fechas.
De la
música a la medicina
Una fecha, la del zarzuelero estreno madrileño, que tiene
su importancia a los efectos que nos traen, ya que coincidió con la primera ola
de la que conocemos como “la gran epidemia de gripe”, “la gran gripe”, “la epidemia
de gripe de 1918”, “la gripe española” o “Soldado de Nápoles”.
Que de todas estas formas es conocida, si bien unas están más
justificadas que otras.
Y sin solución de continuidad, en dicho empeño de justificación vamos a pasar,
del campo artístico de la música con
cierta connotación bélica (“Soldado de Nápoles / que buscas la gloria / te
espera brindándote / la ansiada victoria”), al científico de la medicina aunque manteniendo el carácter
bélico del asunto, recuerden que en la primavera de 1918 Europa estaba inmersa en
la Primera Guerra Mundial.
Un nexo que nos viene no solo de la coincidencia espacio-temporal -del más
que exitoso reestreno de la zarzuela, con la extremadamente virulenta epidemia de
gripe que sufrió Madrid entre mayo y junio de 1918-, sino también de un jocoso
comentario de uno de los libretistas.
En concreto de Federico Romero,
quien llegó a afirmar que la canción ‘Soldado de Nápoles’ era más pegadiza que
la propia gripe, en sus propias palabras de la obra dijo: “... soportó
heroicamente la terrible epidemia de gripe apodada 'el soldado de Nápoles',
porque esta serenata era tan pegadiza como la enfermedad, aunque menos
mortífera”.
Es de suponer que la declaración era solo una prueba de
la enorme popularidad que gozaba la serenata, una especie de figurada plaga
musical que de manera no muy afortunada, se asoció con la más que real epidemia
sanitaria.
Sin duda fue una indeseada conexión metafórica que para más inri, encontró eco en la prensa española
del momento, lo que propició que ‘Soldado de Nápoles’ se utilizara como un referente
para aludir al virus patógeno.
Un símbolo poco adecuado que, lo que es peor aún, propició que a esta pandemia de gripe de inusitada gravedad,
se la terminara conociendo en medio mundo como la “gripe española”, cuando lo
cierto es que no se inició aquí. (Continuará)
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