(Continuación) Como les decía a finales
del mes pasado, sería el enésimo beneficio de la que es conocida como “hormona del amor”, y en principio es tal
como lo lee.
Y en su opinión esto era debido a que
la hormona bloqueaba y sobrecargaba algunos receptores de GABA, impidiendo que el alcohol fuera absorbido de
manera completa.
El amor neutraliza la borrachera
Es otra forma de decir, más romántica y
periodística quizás, el sorprendente efecto que el año pasado descubrió un
equipo de investigadores de las universidades de Sydney y Regensburg en Australia.
Aunque tal vez sea un tiro por elevación lo del amor, ya que la muestra la
componían exclusivamente ratas.
Pero el caso es que comprobaron que, al
menos en los roedores, y dado que la hormona se une a los receptores GABA de
forma similar a como lo hace alcohol, una vez que la oxitocina lo ha hecho,
impide que lo haga el etanol, neutralizando su efecto intoxicador.
Se trata de un proceso que no funciona
a dosis muy altas ya que, como adelantamos más arriba, la oxitocina solo llega
a algunos de los receptores GABA compartidos con el alcohol, no a todos.
El
trabajo de marras, de nombre algo largo, fue publicado en febrero de 2015 en la
revista Proceedings of the National
Academy of Sciences.
‘Oxytocin prevents ethanol actions at δ
subunit-containing GABAA
receptors and attenuates ethanol-induced motor impairment in
rats’
Un título algo largo ya les advertí ('La
oxitocina previene las acciones de etanol en los receptores GABAA que contienen
la subunidad δ y atenúa el deterioro motor inducido por el etanol en las ratas'),
pero que como pueden ver, es bastante descriptivo.
Naturalmente, antes de llegar a tan
tajante conclusión, la investigación pasó por diferentes fases y experimentos. Empezaron
haciendo tres grupos de roedores y observando los efectos que el alcohol producía
en ellos.
Los del primero, que no lo recibieron, solían
moverse sin cesar por toda la jaula. Los del segundo, que sí lo hicieron, se quedaban adormilados con
el hocico pegado a una esquina de la jaula. Ésa era en esencia la diferencia en
el comportamiento ratonil, entre estar sobrios o ebrios. No muy diferente por
cierto de la humana.
Y establecidas estas premisas, los
expertos pasaron a inyectar oxitocina a los ratones del tercer grupo para después
de suministrarles etanol. Y aquí vino lo sorprendente. Los animales siguieron correteando
por la jaula, como si no hubieran ingerido ninguna sustancia alcohólica.
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y cursiva, si desean ampliar
información sobre ellas.
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