domingo, 25 de febrero de 2018

Efecto Doppler. Curiosidades

(Continuación) Un valor de velocidad relativa, de fuente y receptor, que ha de estar en rango con el de propagación del mismo sonido y que, como bien saben, depende del medio en el que se transmite.
En la atmósfera terrestre o aire, a nivel del mar y con unas condiciones ambientales de veinte grados Celsius (20 °C) de temperatura y un cincuenta por ciento (50 %) de humedad relativa, su valor es de 343,2 m/s, o lo que es lo mismo unos 1235 km/h.
A pesar de que este último valor sónico nos pueda parecer muy alto, cuando digo en rango, estoy planteando que la velocidad de 50 km/h, con la que por ejemplo nos sobrepase una ambulancia por la calle, es suficiente para comprobar el efecto Doppler.
Y eso que solo supone un cuatro por ciento (4 %) de la velocidad del sonido.

Unos números que se pueden comprobar con facilidad, utilizando las ecuaciones de la teoría que veremos más adelante. Porque ahora nos detendremos en algunas quisicosas del efecto Doppler.
Algunas curiosidades
Ya que nos estamos moviendo en un terreno que podríamos considerar “entre dos aguas” -más que nada por aquello de estar entre la ciencia y la música o viceversa-, les comentaré que la casa natal de Christian Doppler en la ciudad austríaca de Salzburgo, se encuentra justo al lado de donde vivió la familia de Wolfgang Amadeus Mozart.
Un músico que también cuenta con algún que otro vínculo (casi) científico, recordar entre otros enrocados: el pretendido Efecto Mozart y la personal e íntima vinculación que con su música tuvo el genial Albert Einstein.
Y en un terreno más personal del físico, sigo con Doppler, apuntar que a pesar de la importancia de sus descubrimientos y debido a su temprano fallecimiento en 1853 con tan solo 49 años a causa de una tuberculosis, no pudo disfrutar del reconocimiento científico de sus coetáneos. Estas cosas pasan también.
No olvidemos que en 1848, solo tres años después de la comprobación ferroviaria, el físico francés Armand Hippolyte L. Fizeau (1818-1896), descubría el mismo fenómeno para la luz.
Y con él generalizaba la teoría de Doppler para cualquier tipo de ondas, fueran estas mecánicas como las del sonido o electromagnéticas como las de la luz. Se pasaba de un movimiento corpuscular a un movimiento ondulatorio de la energía, basados en sendos modelos corpuscular y ondulatorio.
Me refiero por supuesto al hecho de que los cuerpos celestes que se acercan hacia la Tierra son vistos de color azul, mientras que los que se alejan se ven de color rojo, por decirlo de forma rápida.
En puridad significa que las ondas de luz, al aproximarse hacia el observador, se desplazan hacia el extremo ultravioleta del espectro con mayor valor de frecuencia y cuando se alejan, se desplazan  hacia el extremo infrarrojo, de menor valor de frecuencia.
Un cambio que como en las ondas sonoras, solo se produce de forma aparente y que algunos lo conocen como el corrimiento al rojo. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


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