(Continuación) Una operación que se
llevaba a cabo en un aparato denominado espectroscopio, que fue diseñado y construido en 1859 por
el propio G. Kirchoff y el químico
alemán Robert Bunsen (1811-1899), y
consistente en un tipo refinado de prisma que permite identificar elementos
químicos.
Una identificación que es factible ya
que puede separar los distintos colores que emiten, al ser puestas sus sales a
la llama, y hacerlo en líneas características como si de un código de barra identitario
se tratase.
Antes de seguir permítanme una posible afirmación
y una rotunda negación. Sí, es más que probable que las llamas de los
experimentos se produjeran en uno de los conocidos mecheros de Bunsen. Y no,
Bunsen no inventó dicho mechero, ya que la historia nos viene del quemador del físico y químico británico Michael Faraday (1791-1867).Pero esa es
otra historia.
Por cierto que de manera conjunta,
Kirchoff y Bunsen, descubrieron espectroscópicamente los elementos cesio, Cs (1860) y rubidio, Rb (1861) que seguro recuerda, son los otros dos metales
líquidos en condiciones ambientales junto al galio Ga, de los que les hablaba al principio.
Volviendo al francés Lecoq fue así, mediante esta técnica espectroscópica,
como pudo observar en 1875 el característico espectro atómico de emisión,
con sus dos líneas ultravioletas (UV), que tiene el galio y, tan solo un año
más tarde, lograr aislarlo por el proceso químico de la electrólisis, mediante una solución de hidróxido de potasio, KOH (dis).
Un descubrimiento que puso punto en
boca, a todos los detractores de la “realidad química” de la tabla periódica (1869)
del químico ruso D. Mendeleyev (1834-1907).
Y es que para ellos dicha propuesta sólo era una simple disposición de símbolos
químicos sobre el papel, algo que tenía toda la pinta de haber surgido de la
nada científica, y sobre la que no había manera de saber si era cierta o falsa.
La verdad es que, aunque equivocados, no
estaban faltos de cierta razón, pero lo cierto es que todo cambió con el descubrimiento
del galio por Lecoq y el impulso que supuso para Mendeleev y su hipótesis sobre
la tabla periódica de elementos.
De Mendeleyev a Lecoq
Un Lecoq del que habría que decir antes
de nada que desconocía del todo la capacidad predictiva de la obra de
Mendeleyev, cuando anunció su descubrimiento de un nuevo elenento parecido al aluminio y que sería llamado galio.
Es importante que esto quede claro porque
el supuesto potencial de la tabla periódica del ruso, acerca tanto de la
existencia de nuevos elementos químicos aún desconocidos, como de las
propiedades físicas y químicas que estos debían tener, resultaba del todo sorprendente.
Para empezar y en nuestro caso, ya el
propio Mendeleyev predijo que el galio sería descubierto a partir de la identificación
de su espectro característico, como así fue. También acertó en el valor de masa atómica que le asignó, por estar
situado debajo del aluminio en la
tabla periódica.
Incluso fue más allá. (Continuará)
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