(Continuación) Y en ese caso, con el
material genético del organismo luminoso transferido al ADN del reno, su nariz al menos podría brillar como dice el cuento
que lo hace la de Rudolph.
El proceso tiene hasta nombre, ya saben
cómo son los científicos para estos asuntos, y para éste en concreto se han
descargado con el de Transferencia horizontal
de genes, algo descriptiva quizás. Como dijo el castizo: “Casí ná era lo
del ojo y lo llevaba en la mano”.
‘Johns
Hopkins Scientists Explain Rudolph, Grinch, Scrooge’
Todo esto que les cuento aparece en un
comunicado de estas pasadas navidades que la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, Maryland (Estados Unidos), publicó en relación
con algunos, digamos, “inexplicables
clásicos navideños” como el del reno Rudolph
entre otros, y su (casi) posible (posiblemente) explicación científica.
Un contenido que no es extrañar si
tenemos en cuenta que fue fundada en 1876, tres años antes de que naciera Albert Einstein, es la primera
universidad dedicada a la investigación en este país y, además, tiene como lema Veritas vos liberabi.
Una frase magnífica la de ‘La verdad nos
hará libres’ y en la que bien se pudo basar Steven Farber, investigador jefe de la Institución para la Ciencia Carnegie y profesor de biología de la
Universidad Johns Hopkins, para afirmar que aunque poco probable, la existencia
de un reno como Rudolph no es imposible.
Y que en dicho proceso, organismos que
pueden producir luz como corales, anémonas, medusas, luciérnagas o peces cebras,
son la clave para entender la peculiar nariz del reno. Incluso el equipo
investigador ha pergeñado un mecanismo factible de cómo esto pudo ocurrir.
Farber propone que si la madre de
Rudolph, mientras estaba preñada de él y en su diario deambular por la tundra, se
hubiera cruzado con por poner un ejemplo, un coral Anthozoan que por
si no caen ahora les diré que se trata de una especie de color rojo brillante y
que se encuentra en aguas tropicales poco profundas.
Si se hubiera topado con él les decía, y
porque estas cosas pasan se hubiera cortado, entonces el ADN del coral podría haber pasado a su torrente sanguíneo.
Transferencia horizontal de genes
Y una vez en la sangre dicho ADN se podría
haber insertado en algún gen
expresado por las células epiteliales de la nariz, donde sin duda favorecería
la producción de la proteína luminiscente roja en el hocico. Habemus hocico rojo y luminiscente.
A este desplazamiento de material
genético entre organismos se le conoce como transferencia horizontal de genes, y en palabras del propio investigador:
“Con Rudolph, el ADN del coral se insertó en un gen que normalmente se
expresa en las células epiteliales nasales, las células de la nariz. Es como
secuestrar las células nasales de Rudolph e instruirlas para que produzcan la
proteína roja.
Y dado que el ADN de coral ahora está en el ADN de Rudolph, estará presente
para siempre a lo largo de su vida y le enrojecería la nariz, como una
bombilla”. Sencillo, ¿no? (Continuará)
Gracias, pero un índice de lo publicado vendría bien para tenerlo más organizado.
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