viernes, 19 de enero de 2018

“Albert, deja de decirle a Dios lo que tiene que hacer.”

(Continuación) Una inusitada y sorprendente visión del mundo de lo muy pequeño, que es el terreno de la física cuántica de la que les hablaba, según la cual, en este mundo, resulta imposible determinar a la vez y con total exactitud, la posición y la velocidad de una partícula en un instante cualquiera.
Una idea inadmisible para muchos de los científicos deterministas de la época, acostumbrados a medir con gran precisión los movimientos de planetas y proyectiles. Y entre ellos el propio Einstein, a pesar de ser uno de los fundadores de la mecánica cuántica.
Enfadado por la incomodidad que le suponía la idea de la indeterminación, solía farfullar a todo el que le quisiera oír, algo parecido a: “... nunca creería que Dios juega a los dados con el mundo”. Tan incapaz se veía de aceptar esa naturaleza probabilística e incierta del mundo microscópico.
Una señal de que el tiempo pasa irremediablemente para todos, y que el avance de la ciencia había sobrepasado, incluso, al genial Einstein ya a punto de cumplir los cincuenta años por aquel entonces .
Congreso Solvay, 1927
Un cincuentón que impaciente como un adolescente, esperaba cada día la hora del desayuno en el Congreso Solvay de 1927, donde nació la historia de esta cita.
Es el propio Heisenberg quien cuenta cómo en ese congreso, donde se expusieron las relaciones de incertidumbre, Einstein rebatía una y otra vez la naturaleza probabilística e incierta del mundo microscópico, que es la característica principal de la física cuántica.
Su principal adversario fue su amigo el físico danés Neils Bohr (1885-1962) y las discusiones iniciadas en las salas de conferencias, donde se celebraban las sesiones del congreso, tenían continuación durante las comidas entre sesiones, y por las noches, en las habitaciones del hotel donde se alojaban.
En realidad las puyas científicas eran iniciadas por la mañana temprano, en el mismo desayuno, después de haberla rumiado.
Fue en una de estas disputas sobre el carácter determinista o probabilístico y ante la reiterada frecuencia con la que Einstein utilizaba su expresión: “Dios no juega a los dados con el Universo” cuando Bohr le replicó “Albert, deja ya de decirle a Dios lo que tiene que hacer”.
La forma en la Einstein pretendía rebatir las relaciones de incertidumbres era proponiendo a Bohr, en el desayuno, experimentos mentales en los que esas relaciones no pudiesen ser aplicadas y por tanto la pudiesen desmentir.
Al llegar la noche, Bohr había logrado desmontar el experimento de Einstein, demostrando la certeza de las relaciones, y haciendo que farfullara mientras se retiraba, “Dios no juega a los...
Ya de la que va, esta disputa dialecética tuvo continuación pasdos unos años, si bien fueron otros sus protagonistas. A modo de pista les dejo: “...sino que los arroja donde nadie pueda verlos”.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


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