(Continuación)
En su opinión, para minimizar la presencia de esta pelusa, se puede uno afeitar
la zona alrededor del ombligo y eliminar así los vellos captores, aunque claro,
dado que éstos tienen la tozuda costumbre de volver a salir, no nos quedará
otra que, pasado un tiempo, volver a aplicar la cuchilla.
Más
acerca de la composición, masa,...
Gracias
al análisis que realizó del medio millar de muestras concluyó que, si bien una
pequeña parte correspondía a fibras de
algodón desprendidas de la ropa, el resto contenía restos de piel muerta, grasa, sudor, proteínas y polvo.
Todo
ello entremezclado con una buena cantidad de bacterias, no olvidemos las idóneas condiciones físico-químicas de
temperatura, humedad y luminosidad que el ombligo les brinda. Una proposición
que ninguna bacteria que se precie puede rechazar.
Pero
nuestro investigador, no olvidemos que es químico, al analizar la pelusa del
ombligo de diferentes personas, pudo encontrar otros componentes como pelo de animales, polen y hasta pequeñas fibras
de plantas.
Del
análisis químico dedujo que su composición era mayoritariamente: celulosa del algodón, un biopolímero
compuesto exclusivamente por miles de moléculas de β-glucosa, de fórmula molecular C6H10O5; algunos sulfuros y nitrógeno, todos ellos comunes tanto en el sudor como en las
células de la piel.
Pero
Steinhause fue más allá y también determinó
la masa o cantidad de materia de toda la muestra (503 entregas) recogida y
que no llegó ni a un gramo (1 g). De media, para cada muestra de pelusa salió
un valor de uno coma ochenta y dos miligramos (1,82 mg), teniendo la mayor nueve
coma diecisiete (9,17 mg).
Rizando
el rizo
Y
por último rizó el rizo. Con las muestras de su propio ombligo tuvo el cuidado
de anotar las condiciones y características de la camiseta que llevaba cada día,
y compararla con el valor de la masa de pelusa obtenida.
El resultado fue que
eran las camisetas más nuevas, las que producían más cantidad, lo que puede
resultar lógico si tenemos en cuenta el fenómeno de fricción y que las más
viejas ya están más desgastadas.
De los
datos del estudio también se puede concluir que si llevamos una misma camiseta
durante cien (100) días al año, se puede llegar a generar una masa de unos
ciento ochenta y dos miligramos (182 mg), siendo la media de la masa de las
pelusas de tres miligramos (3 mg), dependiendo de las condiciones de la
camiseta ya que en algunos casos pueden hasta doblar este valor. (Continuará)
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