lunes, 25 de diciembre de 2017

Pelusa ombliguera y G. Steinhause (1)


(Continuación) La tercera y última vez por ahora que se entregó un Ig Nobel en esta modalidad de Investigación Interdisciplinar, fue justo al año siguiente en 2003, y lo recibieron los científicos  Stefano Ghirlanda, Liselotte Jansson y Magnus Enquist de la Universidad de Estocolmo, por su informe “Las gallinas prefieren a los humanos guapos.”.
Sí, han leído bien, no se trata de un error tipográfico. Ya ven que el nivel de la estulticia científica promete.
Otras investigaciones peluseras: Georg Steinhause
Pero por sorprendentes y estrafalarios que nos puedan parecer los intereses científicos del doctor Karl, volvemos a la pelusa que se nos acumula en el ombligo, no ha sido él el único científico que le ha dedicado tiempo a semejante menester.
De hecho pocos años después de lo suyo, y dentro de la primera década del siglo XXI, la pelusa volvió a ser motivo de estudio ahora por parte de un químico atómico austriaco, el Dr. Georg Steinhause.
Este científico de la Universidad Tecnológica de Viena dedicó casi cuatro (4) años de su vida a investigar cómo y por qué se forman las pelusas que aparecen en nuestros ombligos, así como algunas otras propiedades físico-químicas de las mismas.
Para ello trabajó con una muestra formada por quinientas tres (503) pelusas de ombligos, propias y ajenas, y tras sus análisis llegó a determinadas respuestas que publicó en 2009 con el título ‘The nature of navel fluff’, en la revista especializada Medical Hypotheses. Cosa seria, oiga.
Medical Hypotheses, 2009
En dicho artículo podemos encontrar la ratificación empírica de aportaciones ya conocidas a través de Karl Kruszelnicki, del tipo de la razón y la forma en la que acumulamos este depósito de desechos.

Según su estudio los causantes no son otros que ciertos pelillos abdominales que: uno, crecen en circunferencias concéntricas alrededor del ombligo y, dos, tienen una estructura escamosa que les hacen actuar como diminutos anzuelos que capturan fibras.
Como consecuencia de la combinación de ambas circunstancias, unida a la fricción y el movimiento relativo entre ropa y piel, estos desechos corporales van siendo conducidos poco a poco hacia el ombligo y un día, al mirarnos, los vemos: Habemus pelusa.
El estudio también concluye que todo este proceso se produce por el roce de abajo a arriba y no a la inversa como parecería lógico y que la pelusa, aunque puede presentarse de distintos otros colores, el azul grisáceo que suele tener es debido probablemente al más que extendido uso de pantalones vaqueros tejanos. (Continuará)
   [*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.



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