(Continuación)
Con un día de retraso tomo el primero de los nexos científicos de los que les
hablaba anteayer y a los que tan aficionado soy. En este caso nada menos que el
muñeco astronauta conocido como Buzz
Lightyear, el héroe predilecto de mi nieto Carlos.
De
él he encontrado una serie de curiosidades científicas que creo les gustarán. La
primera proviene de su nombre, del propio y del apellido, o sea que es doble.
Verán.
Buzz
viene de Buzz
Por
lo que he podido averiguar, resulta que la elección del nombre para el muñeco está
inspirada en el del astronauta estadounidense Buzz Aldrin (1930) de la famosa misión Apollo 11 (1969) y es que, en opinión de los creadores del
personaje: “Buzz es el nombre más cool
que puede llevar un astronauta”, lo que podría ser, por qué no. Y si ellos, los
que saben, dicen que Buzz es el más guay, quien es uno, que no sabe, para
contradecirles.
Por
cierto que al nombre propio le acompaña una pequeña anécdota personal. En
realidad, al nacer, nuestro hombre fue bautizado como Edwin Eugene Aldrin, pero parece ser que su hermana pequeña, con la
media lengua propia de los pocos años, lo llamaba algo así como ‘buzzer’, una
mala pronunciación de ‘brother’.
El
caso es que con el tiempo el nombre se acortó a Buzz y terminó cuajando en su
entorno, de manera que todo el mundo lo llamaba así, estas cosas pasan. De
hecho tanto cuajó que, ya con cincuenta y tres años, en 1988, Aldrin cambió
legalmente los originales Edwin Eugene por Buzz. Una prueba del poder que a
veces tiene, la alargada sombra de algunas hermanas menores.
Ya
que les he contado una curiosidad familiar y personal, permítanme que les
cuente otra, ésta profesional y que tiene que ver con un reloj de pulsera.
Todos
sabemos que Aldrin fue la segunda persona en la historia en caminar sobre la Luna (1969), y que lo hizo durante
catorce minutos (14 min) justo después de Neil
Armstrong (1930-2012).
Lo
que quizás no todos sepan o recuerden en este momento es que Aldrin fue el
primer hombre que la pisó, llevando un reloj
en la muñeca pues se dio la circunstancia que Amstrong no lo llevaba puesto
en ese momento. Así que el suyo fue el primer reloj que estuvo sobre la
superficie lunar. Una historia curiosa.
Lightyear, o sea Año-luz,
Y
del nombre propio pasamos al apellido, Lightyear,
o sea año-luz. No me negarán que la
elección de esa expresión científica, como apellido de un muñeco, es una auténtica
maravilla artística.
Ya
ha sido enrocado, me refiero a la expresión, pero por si no se quieren molestar
en buscarlo, desde ya les adelanto que, a pesar de lo pueda parecer, así a bote
pronto, un año-luz no es una unidad
ni de tiempo por lo de año, ni tampoco
de velocidad por lo de luz.
No,
nada de eso, aunque tiene mucho que ver con ambas pues lo es de la
magnitud longitud, que relaciona el tiempo y la velocidad. A nivel de
física bachillera y de forma coloquial, un año-luz se puede definir como “la
distancia que recorre la luz en un año”.
Una
distancia que si se echan las cuentas resulta ser de rango astronómico pues, aproximadamente,
viene a ser de unos nueve billones quinientos mil millones de kilómetros, o sea
algo menos de diez billones, que se dice pronto pero que son muchos, muchos, kilómetros.
(Continuará)
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