El
hecho constatado de que, desde que nacemos, el ombligo no parezca servirnos para nada, no significa en absoluto que
no nos haya servido antes. Nada más lejos de la realidad. No solo lo ha hecho sino
que, además, ha desempeñando un papel vital para nosotros.
Cordón
umbilical
En
esencia no es más que un órgano alargado, flexible y delgado, que en los
mamíferos placentarios une al embrión
en vías de desarrollo o feto con la placenta.
Un
tubo cilíndrico de aproximadamente medio metro de longitud, a través del cuál se
produce el intercambio de oxígeno (O2),
dióxido de carbono (CO2)
y diferentes sustancias nutritivas
entre la madre y el hijo.
Un
hijo que, mientras se desarrolla en la barriga de la madre flota en el seno de un
fluído líquido que si bien lo rodea, envuelve y protege, también le impide
respirar o alimentarse por sí mismo. De ahí que el feto porte un tubo flexible
o cordón en la zona de su abdomen, por el que la madre le aporta todo lo que
necesita. Es nuestra inicial fuente de vida.
Una
zona abdominal a la que conoceremos tras el parto como ombligo. Que etimológicamente procede del latín umbilicus, y nos indica el lugar en el
que el cordón umbilical estaba unido al bebé. El mismo que al ser cortado nos
deja una cicatriz, una especie de irregularidad en la piel que nos acompañará ya
de por vida.
Así que por decirlo de alguna forma, el
ombligo nos enseña de dónde venimos, dónde estaba el nexo de conexión con
nuestra madre y que, tras nacer y ser cortado, queda como una cicatriz inútil y
con formas y tamaños variados. Adios
cordón, adiós. Bienvenido ombligo.
En
lo que concierne a la forma, existe cierto consenso a la hora de admitir hasta siete
(7) categorías formales, a saber: ombligo salido o en forma de botón; ombligo
hundido o en forma de pozo; ombligo alargado; ombligo en forma de “T”; en forma
de “C”; en forma de “U” y, por último, ombligo en forma de almendra.
Unas
formas que en la práctica quedan reducidas solo a dos: ombligo hacia dentro, ombligo
hacia fuera ¿Cómo lo ven? ¿Poco científica quizás? Ya, quizás. Por cierto, y ya
de la que va, ¿a qué categoría pertenece el suyo?
Razón
de la forma
Un
ombligo les decía, que al ser considerado como una cicatriz -consecuencia de
haber cortado y pinzado el cordón umbilical, de modo que el pequeño pedazo que
sobresale se empieza a secar y cae en las dos primeras semanas de vida-, muchos
piensan que su forma y tamaño dependen precisamente de eso, de cómo se ha cortado el cordón umbilical
en el momento del parto.
Una
afirmación basada en la ciencia popular
y hasta cierto punto lógica, pero que constituye un craso error. Por lo que sé,
no va por ahí la explicación científica que aporta la ciencia académica, acerca del origen de estas peculiaridades físicas
ombligueras.
Entonces,
¿de qué dependen la forma y el tamaño del ombligo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario