jueves, 19 de octubre de 2017

Tiempo, amor y muerte: Kronos

Tiempo, amor y muerte, tres temáticas potentes y fecundas donde las haya, que como pocos ignoran resultan ser recurrentes, atractivas e inevitables en poesíaBueno, en puridad hay quien añade otra, las moscas, que quizás por ser tan familiares no han tenido un “digno cantor”. 
O sí. A lo mejor resulta que no hay nada más poético que las moscas... Pero ése es otro asunto que no toca hoy. Kronos, Eros y Thánatos, así que vayamos a los que nos traen y empezamos por el primero, Kronos.
¿Qué es el tiempo?
Para esta en apariencia simple pregunta, el padre y doctor de la Iglesia Católica San Agustín (354-430), ofrecía ya en el siglo V una más que decepcionante respuesta: “¿Qué es entonces el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; si quiero explicárselo a alguien que me lo pregunta, entonces no lo sé”. Les advertí.
El pensamiento del santo sobre esta misteriosa e inquietante idea del tiempo, no nos sirve de gran ayuda, como tampoco nos alumbra sobre su subjetividad, ésa que le hace transcurrir, ora con vertiginosa rapidez, ora con desesperante lentitud.
Cómo no recordar por cuasi eternas, las interminables horas de estudio en el colegio después de la jornada escolar. Y por contra, lo cortas que se nos hacían las tardes mientras jugábamos. Es que se pasaban en un plis-plás.
Se trata de lo que llaman tiempo psicológico, ese que nos parece que esté lleno de sensaciones, como el de una fiesta divertida o el de las vacaciones veraniegas, o vacío de ellas, como la noche del cinco de enero o las horas que preceden a algo que nos importa.
Es del que habla el bardo poeta William Shakespeare (1564-1616): “El tiempo transcurre con diversos ritmos en diversas personas. Yo te diré con quién anda el tiempo, con quién trota, con quién galopa y con quién permanece inmóvil”. Relativo Kronos.
Adenda cultureta
Desde el campo de la mitología griega Kronos o Chronos era el dios de las Edades y del zodiaco, un dios con forma de ser serpentino tricefálico y que como tal rodeaba el universo, conduciendo la rotación de los cielos y el eterno paso del tiempo. 
De hecho en los mosaicos grecorromanos era representado como un hombre girando la rueda zodiacal, la personificación del tiempo.
Y en astronomía, Chronos fue el nombre que se le puso al planeta que hoy conocemos como Saturno dado que era el “cuerpo celeste” con mayor periodo (T) observable del cielo a simple vista.
A saber: la estrella Sol, el satélite Luna y los planetas (“estrellas errantes”) Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Siete objetos celestes que a distintas velocidades orbitaban en torno a la Tierra, centro del universo por aquel entonces, siendo Chronos el más lento de todos. 
De ahí que se pensara que era una especie de guardián del tiempo, pues ningún otro objeto visto tenía un valor de periodo mayor.
Se estima que es de treinta (29,457) años el tiempo que tarda en completar su órbita, es decir casi el triple que Júpiter (11,862 años) y no les digo ya de Marte, Venus y Mercurio por razones de proximidad solar.
Con su extremada lentitud, sin duda Saturno tenía que ser el padre anciano del tiempo en su eterno y cósmico deambular interestelar. (Continuará)


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