(Continuación)
Después de preguntarle cómo se escribía el término y anotarlo en su registro,
el funcionario sonrió, movió la cabeza y suspiró diciéndole: “Bueno hay muchas religiones, pero supongo
que todas veneran al mismo Dios”, que es la frase que da título a la
entrada anterior.
El
matemático comentaría tiempo después que aquella observación le mantuvo animado
durante su estancia en la prisión. Es más, que la aprovechó para escribir su “Introducción a la filosofía matemática”
lo que estarán conmigo, da que pensar pues de ser cierta, va a ser verdad
aquello de “no hay mal que por bien no venga”, Pero no sé.
Es
probable que la anécdota sea cierta, pero tengo para mí que hay que ser muy
inglés, muy filósofo y muy poco creyente para extraer optimismo de una
situación como esa. Demasiados muy, tal vez, ¿no creen? Contradictorio.
Feminista y casadero
Russell
fue siempre un ardiente partidario de la igualdad de derechos de las mujeres y
un hombre que abogó por el control de la
natalidad y la liberalización de las costumbres sexuales. Consideraba que mujer
y hombre deberían vivir juntos sin traba alguna de lazos legales, y así lo
manifestó cuando trabajaba en los EEUU.
Algo
por lo que fue cesado de forma inmediata como profesor de matemáticas y lógica
en el City College de New York. Sin embargo se ve que hasta en hombres tan
inteligentes y preparados como él, a veces la teoría y la práctica van por
caminos bien diferentes.
Les digo esto porque se llegó a casar hasta cuatro
veces y entre ellas mediaron sesenta años, pues la primera lo hizo con sólo veintiún
años y la última ya con ochenta. Paradójico y contradictorio.
Un
apunte más. Tres años después de haber recibido el nobel, junto al físico germano-estadounidense
Albert Einstein (1879-1955), y ante
la amenaza de una inminente guerra nuclear colaboró en la organización del Movimiento Pugwash.
Movimiento
Pugwash
Una
especie de corriente social de activismo político, que empieza unos diez años
después del lanzamiento de las bombas nucleares
Little Boy y Fat Man, sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Y
que estaba en contra de la más que alarmante escalada de armamento nuclear en el
mundo tras la Segunda Guerra Mundial, tratando de evitar un nuevo holocausto,
la destrucción de la humanidad.
Y
que se plasmó primero en 1955 cuando Russell dio a conocer el Manifiesto
Russell-Einstein, firmado por Einstein, que lo hizo pocos días antes de
su muerte el 18 de abril de 1955, Frédéric
Joliot-Curie y otros ocho líderes científicos e intelectuales más.
Un
documento que posteriormente desembocó en la Conferencia de Pugwash,
en realidad una serie de conferencias internacionales sobre ciencia y asuntos
mundiales, que deben su nombre genérico al hecho de que la primera de ellas,
celebrada en julio de 1957, tuviera lugar en la residencia particular del
filántropo estadounidense Cyrus Eaton
(1883-1979) en el pueblo de Pugwash,
en Nueva Escocia, Canadá.
Ni
que decir tiene que esta actividad antinuclear a lo largo de quince años, volvió
a llevar a Russell de nuevo a la
cárcel, siendo un hombre casi nonagenario, un anciano vamos. Con
razón nos dejó escrito aquello de: “Sin
ciencia, el amor es impotente; sin amor, la ciencia es destructiva”.
Por
el contrario la Conferencia recibió por su labor como institución internacional
el Premio Nobel de la Paz en 1995, ‘por sus esfuerzos para disminuir el papel
desempeñado por las armas nucleares en la política internacional y, a largo
plazo, para eliminar dichas armas’
[*] Introduzcan en Buscar en el blog las palabras en negrilla, si desean ampliar
información sobre ellas.
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