(Continuación) De hecho los cultivadores de estas plantas saben que han de estar
vigilantes y deben mantenerlas bien alejadas de ellas, ya que si las cabras
llegan a probarlas es tanto lo que les gusta que incluso llegarán a atacarlos,
si intentan apartarlas de su digamos “paraíso vegetal”.
Tal es el poder de esta planta euforizante a la que, mire usted por dónde,
también le “da” la cabra, Ya les advertí que es uno de los animales conocidos más
adictos y al que el hombre, para según qué cosas y algunas por desgracia,
imita. No, visto así no parece que la cabra sea una buena compañía para el
hombre.
Setas
Leo que en cierta ocasión una persona que llevaba en la mano unas setas alucinógenas del género de hongos
Psilocybe, no se especifica de qué
especie, fue atacada por una cabra que tan sólo lo dejó tranquilo cuando tiró
las setas al suelo. Ni que decirles que la cabra se lanzó a comerlas.
En este caso sus propiedades psicodélicas son debidas a la presencia de psilocina, psilocibina y baeocistina,
entre otras sustancias. Por cierto y a modo de nexo, sepan que las dos primeras
sustancias fueron sintetizadas por primera vez en 1959. Un proceso químico que
llevó a cabo un viejo conocido del blog en estos temas, el longevo químico
suizo Albert Hofmann (1906-2008) de
los laboratorios Sandoz.
¡Ojo! No confundir con el también químico pero alemán y nacido casi un
siglo antes, August Wilhelm von Hofmann
(1818-1892) que seguro estoy les suena su nombre pero por otros motivos.
Ambos están enrocados por si quieren saber más sobre ellos.
Pero los efectos de la ingesta de la Catha
edulis, la Sophora secundiflora y
la Psilocybe, causantes en las cabras
de sus extraños comportamientos, no son los únicos que despertaron la singular curiosidad
del hombre por ellas. Recuerden que ningún otro animal lo es tanto como él. Quizás
ahí, en la curiosidad humana, radique una de las causas que nos diferencian del
resto de ellos.
Sin embargo no es de esto de lo que quiero continuar hablándoles, pues
resulta que hay otra planta que es causante de alucinaciones y que también
conocemos gracias a la cabra. Vaya por Dios con la cabra. Mira que si va a ser cierto
que la cabra siempre tira al monte y resulta ser una mala influencia para el
hombre. En fin.
Una planta les decía que seguro les resultará muy familiar, sobre todo por
la bebida que se obtiene a partir sus semillas y frutos tostados y molidos. Claro
que sí, me refiero al café.
El
cafeto
O planta del café o
científicamente Coffea. Un género de
plantas de la familia rubiaceae,
oriundas del sur de Asia y el África subtropical, cuyas cortezas y hojas el
hombre desde, probablemente, la Edad de
Piedra ha masticado.
Ya, ya. Soy consciente de que el hecho de referirme a esta etapa lítica resulta
poco clarificador como rango de tiempo prehistórico, aunque se considere que abarca
desde que los seres humanos empezaron a elaborar herramientas de piedra hasta
el descubrimiento y uso de metales.
Como sabrán, por motivos que ahora no hacen al caso, la Edad de Piedra entendido
como periodo temporal, resulta cuando menos ambiguo y variable y, por ende,
discutido y discutible. No obstante podría existir cierto consenso científico a
la hora de considerar que pudo empezar en África, hace unos dos millones
ochocientos mil (2 800 000) años. Ahí lo dejo.
Y sigo con la masticación por parte del hombre de las cortezas y hojas del cafeto.
Una actividad que llevaba con gusto desde que descubrió por pura serendipia, la capacidad que tenía dicha
planta para levantar el ánimo, incitar el estado de alerta o distraer la fatiga,
al menos durante un tiempo. Unos efectos beneficiosos y salutíferos en
principio para él, que provienen de la cafeína
que contiene algunas partes de la planta. (Continuará)
¿Podría hacer un índice de estas entradas sobre animales y drogas?
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