viernes, 15 de septiembre de 2017

Los dragones existen o no

(Continuación) Bueno, a fuer de ser sincero, lo que provocan en mí es un sentimiento de envidia, de envidia profesional, pero de envidia. Eso sí, mezclada de forma indisoluble con una gran dosis de cariño, de cariño a la persona. Por eso digo que los admiro cuando los veo actuar.
Su altruista afán por difundir, divulgar y comunicar sus conocimientos sobre la ciencia es tal, que hacen cierta la más que cruda y desinteresada leyenda china de los dragones, y el no menos irónico e interesado corolario del creador de la teoría de las catástrofes, el matemático francés René Thom (1923-2002).
Es muy breve por lo que se la cuento: “Una vez, un hombre se gastó toda su fortuna en que le enseñaran a cazar dragones. Y cuando aprendió, descubrió que los dragones no existían”. Hasta aquí la leyenda china, ahora el corolario que le puso el catastrofista: “Entonces se dedicó a enseñar cómo cazar dragones”. Ergo no, no existen los dragones.
Sarcasmos docentes al margen, es así de catastrofista como algunos compañeros suelen calificar el futuro de la cultura científica. Y aunque el resto no llega a tanto, el conjunto sí que muestra una gran preocupación profesional. Ésta es la tercera constancia emocional de la que les hablaba y que a mi entender, en los últimos tiempos, sobrevuela sobre los intervinientes en este tipo de encuentro.
Desde luego motivos para la preocupación no faltan. Por un lado está el cada vez menor número de alumnos que se matriculan en las asignaturas científicas, algo que viene motivado por su carácter optativo (los alumnos dicen que las ciencias les persiguen, pero que ellos son más rápidos).
Por otro, lo que ya es un clásico en nuestro sistema educativo, la voluntad firme de las autoridades políticas de un signo y otro, de disminuir el número de horas dedicadas a las ciencias. Y claro, como consecuencia de esta actuación propia de elefante cacharrero, el descenso del nivel de conocimiento científico entre los alumnos, se hace preclaro conforme pasan de un curso a otro.
Una deficiencia en su formación que les aleja de los itinerarios docentes relacionados con las materias científicas, tanto a nivel preuniversitario como universitario. Lo que plantea una paradoja, pues existe una gran demanda social de profesionales cualificados en estas materias científico-técnicas.
O lo que es lo mismo, los dragones existen en ciencia por lo que hay que ir a su caza. A lo mejor no encontramos el que buscamos, pero sí otro que igual vuela más alto y arroja más fuego.
Una cuestión de pura lógica que me ha hecho recordar un pasatiempo que les enroqué a finales de la primavera pasada y que guarda relación con estos seres mitológicos. En él les pedía que encontraran una conclusión para este par de frases: Ningún país que haya sido explorado está infestado de dragones. Los países inexplorados son fascinantes.
¿Conclusión? 


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