(Continuación) Y ni corto ni perezoso nuestro hombre pasó de la observación
a la experimentación de las ideas agrícolas gabachas. Consiguió en un suelo
virgen gracias a este laboreo, llegar a producir cosechas de trigo durante
trece (13) años seguidos, sin necesidad de abonarlo con excrementos de
animales.
Algo del todo impensable e imposible hasta ese momento. Ahora sí consiguió
llamar la atención de sus vecinos y tener cierto predicamento entre ellos.
Publicación
y pobreza
Sin embargo no fue hasta veinte años después, en 1731, y cuando publicó
todas sus investigaciones e innovaciones agrícolas en el libro The New Horse-Hoeing Husbandry (La nueva
agricultura con caballo y azada), que le llegó el reconocimiento mundial.
La publicación tuvo un éxito enorme e inmediato, primero en Gran Bretaña y
después en Francia. Es una prueba más de que no existe en el mundo nada más
poderoso, que una idea a la que le ha llegado su tiempo.
Sin embargo en el caso de nuestro hombre, el reconocimiento no le llegó
precisamente en el terreno económico. A pesar de la herencia paterna y las
prometedoras novedades agrícolas que introdujo, en la práctica pasó
dificultades económicas durante toda su vida de agricultor y de hecho murió en
la pobreza.
Pero para que vean que no exagero en lo del reconocimiento social, sepan
que entre los seguidores entusiastas de las técnicas agrónomas de Tull destaca el
también abogado, amén de otras actividades intelectuales, pero francés él, conocido
por el sobrenombre de Voltaire, uno de los principales
representantes de la Ilustración.
Y cuidando con dichas prácticas agrícolas una parcela en su retiro de
Ferney, se consolaba del dolor que le produjo la muerte de su amor, bueno de
uno de sus muchos amores esa es la verdad, sólo que no es menos cierto que éste
tuvo su aquel.
Les hablo nada menos que de la matemática y física francesa Emilie du Châtelet, con quien Voltaire
compartió años felices de idilio bucólico-intelectual. Se habían conocido en
1733 y descubrieron una pasión común. Bueno dos. Una ya se la imaginan, la otra
se la diré yo.
Compartían la misma admiración por el gran genio inglés Isaac Newton, pero esa es otra historia
que habría que contarla en otra ocasión. En cualquier caso Du Chatelet fue la
mujer que tradujo a Newton y amó a Voltaire.
Adenda
De esta historia tan solo me resta decirles que en la actualidad la
potencia mecánica de la sembradora procede de un tractor, y que muchas de estas
máquinas van provistas de rejas que distribuyen los granos y abren surcos donde
las depositan, y de rodillos que los cubren luego de tierra.
De ahí que este abogado, inventor e investigador agrícola, sobre el papel,
esté considerado como un pionero de la Revolución Industrial y uno de los
impulsores de la Revolución Agraria. Sin embargo en la práctica, de Jethro Tull, del hombre, no se acuerda
nadie o peor, nadie sabe quién fue.
Está visto que en esta vida y sea en el campo del saber que sea, el
reconocimiento se concede al hombre que convence al mundo, no a aquel a quien
se le ocurre la idea.
Me gustan mucho estas entradas que mezclan música y letra. Entretienen y enseñan,debería editarlas más a menudo.
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