Y tanto que pasan.
Con tan
sólo veintinueve (29) años Edison amasaba
ya una considerable fortuna y se había rodeado de un equipo excepcional de
colaboradores del que sólo les diré, para que se hagan una idea del ambiente
que allí reinaba, la máxima del laboratorio: “Hay un sistema mejor. Encuéntralo”.
Por
supuesto se casó con su novia, sorda de nacimiento, a la que enseñó el código Morse, lenguaje en el que le declaró
su amor, golpeando suavemente su mano. Al parecer ella le dio el sí de igual
forma.
Inventos
y más inventos
Por
aquel entonces nuestro hombre trabajaba en la idea de dar más rapidez a la
transmisión de mensajes, y en 1887 inventó una máquina que transmitía el código Morse en cinta de papel
perforada. Cuenta él mismo que fue al pasarla a alta velocidad, cuando oyó lo
que el describió como “una conversación humana”.
Y
eso le dio la idea. Si el sonido produce vibraciones, las vibraciones pueden
producir sonidos. Dicho y hecho. A finales de ese mismo año mandó construir un
cilindro recubierto de estaño (Sn),
sobre el que descansaba una aguja flotante que vibraba por el sonido que le
llegaba desde una bocina con diafragma.
Fue
en esa bocina en la que Edison, a la vez que hacia rotar el cilindro, recitó: “Mary had a little lamb”. Las
vibraciones del diafragma producidas por el sonido, marcaron un surco sobre el
blando estaño del cilindro. Después colocó la aguja al principio, lo hizo girar
de nuevo et voilà.
Se
pudieron oír las palabras que había pronunciado minutos antes. Las vibraciones
registradas en los surcos del papel hacían vibrar el diafragma generando
sonido. Sin duda Edison era un mago. Pero un mago práctico porque el 19 de
febrero de 1878 ya lo tenía patentado y no quedó ahí la cosa.
Pensando
en darle publicidad al ingenio, no tardó en mandárselo al afamado poeta
posromántico inglés Alfred Tennyson (1809-1892),
para que grabara sus melancólicos versos, a través del cuerno del cilindro
rodante que ya eran de cera.
Todo
un destello de visión comercial que, por desgracia para el inventor, no llegó a
buen puerto debido a que ya había aparecido el gramófono con discos planos en lugar de cilindros. El avance que no
cesa, como el rayo.
Inventor
que no científico
Para
muchos, en puridad, Edison no fue un científico y se basan para realizar tal
afirmación, en su escasa aportación en ciencias. Su único descubrimiento
científico es el efecto termoeléctrico
o efecto Edison, la emisión de electrones que un filamento metálico produce
cuando está caliente y que pueden ser atraídos hacia un electrodo positivo,
todo ello dentro de un tubo de vacío.
Una
experiencia en la que no vio ninguna utilidad, por lo que se limitó a
patentarlo, sin más. Lo que no deja de ser paradójico porque el efecto Edison,
posibilitó el explosivo desarrollo de la electrónica
que hoy en día disfrutamos.
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