A
primera vista es como si las cruces estuvieran unidas por los círculos, que son
más brillantes que el resto del dibujo. Ya. Pero si se fijan con atención no
sólo no brillan más, sino que ni siquiera existen.
Los
investigadores no terminan de tener claro si el efecto, una ilusión óptica, se
debe a que el cerebro interpola información en los huecos libres o a que
interviene en el preprocesamiento de la imagen que tiene lugar en el córtex
visual.
Sin
duda el ojo humano es un imperfecto pero fascinante instrumento óptico, que
trae por la calle de la amargura a oftalmólogos y neurólogos desde el siglo
XVIII. La ilusión de hoy pertenece al psicólogo alemán Walter Ehrenstein (1899-1961) y es una de las muchas que llevan su nombre.
Debería dar un nivel más científico a las ilusiones ópticas.
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