(Continuación) Por suerte yo me
hallaba en la misma sala de control desde donde SuperPax canalizaba la inmensa mayoría de las interacciones
electrónicas y producciones programadas y, además, ¡recibía la energía
eléctrica! De modo que la conexión principal de corriente eléctrica fue mi
objetivo principal, ya que tenía fácil acceso a ella.
Pero había un inconveniente. Para
llegar a ella necesitaría de unos segundos, así que debía distraer su atención.
Y claro, hice lo esperado. Inserté un problema que habría mantenido ocupado
durante horas a cualquier ordenador de la Tierra.
A cualquiera, pero no a SuperPax.
- Una tontería, humano -masculló-
¿De veras crees que voy a esforzarme por solucionar un problema destinado
obviamente a engañarme? Un poco de respeto y no ofendas mi inteligencia.de esa
forma. Mientras la máquina hablaba les diré que yo me paseaba de un lado a otro
por la sala, mostrándome como nervioso.
- Bueno, me has desenmascarado,
SuperPax -confesé, afectando una expresión de derrota.
- Lo sé, humano. Sí, seré la dueña
del mundo.
- No del todo -exclamé, dando un
atlético salto y desenchufándola. Después, sólo un pavoroso silencio reinó en
la sala.Y así fue como salvé al mundo. Al cabo de una intensa semana SuperPax
volvió a funcionar.
Corregidas por mí mismo las deficiencias
de su programación original, durante algún tiempo, todo el mundo se mostró
agradecido. De hecho muy agradecidos, al menos hasta que descubrieron los
ligeros cambios programáticos que había introducido.
Sí, después de todo, SuperPax estaba
en lo cierto ¿Por qué tenía que ser una simple extensión del patético Consejo
Mundial, especialmente cuando el Consejo podía ser una extensión de mí mismo?
Y
como se habrán imaginado fue dicho y hecho. A la semana siguiente me hice
coronar como Emperador, y lo primero que hice fue...”.
¡¡¡Riiiiiiiing, Riiiiiiiing, Riiiiiing, Riiiiiiiing,...!!! Es mi despertador que como todos los días suena a las siete en punto de la
mañana. Y aunque tardo algo en reaccionar, me ocurre la mayoría de los días,
hoy comprendo bien pronto que todo ha sido solo un sueño.
Así que no soy ni astuto, ni inteligente, ni Emperador, ni nada de nada.
Sólo ha sido un sueño y los sueños sabido es, sueños son.
Pero no todo está perdido. No. Si me doy prisa en escribirlo, lo mismo lo
puedo “enrocar” para hoy mismo o mañana lo más tardar. Si han llegado hasta
aquí, pacientes lectores, ya saben que lo conseguí.
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