Es la pregunta que hace unos días un amable lector de Enroque de Ciencia o escuchante de Ciencia y Sevillanía, no me ha quedado claro, me hacía, ¿qué significa la expresión ‘ovillejo
científico’?
Bien vaya por delante que lo que les escribo a continuación es tan solo un
poco menos, muy poco creánme, de lo que sé de la expresión de marra, que tiene
su enjundia tanto desde el punto de vista literario como desde el científico. Y
dicho lo cual, como dijo aquel, vayamos con orden y por parte.
¿Qué es
un ovillejo?
Probablemente sea un término derivado del común ovillo, y desde el punto de vista literario con él se conoce a una estrofa
compuesta de diez (10) versos agrupados en dos (2) secciones de seis (6) y
cuatro (4) respectivamente.
La primera consta de tres (3) pareados de pie quebrado, formados cada uno
por una pregunta en octosílabo y su respuesta en tetrasílabo a modo de eco,
siempre con rima consonante. Y la segunda sección es una redondilla, que sigue
la rima del último pareado y cuyo último verso se forma con la unión de los
tres quebrados.
Como comprendo que con esta descripción les he aclarado poco la cosa
ovillejera, les pongo un ejemplo, pero no uno cualquiera, sino uno de los primeros
conocidos de los que tenemos constancia.
Hasta donde he podido documentarme los primeros ovillejos los escribió Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) en la Primera Parte de Don El Quijote de la Mancha
(1605) y en una de sus Novelas
Ejemplares (1613), La ilustre fregona.
En el primero de ellos y al inicio de su capítulo XXVII, nos viene de la
boca del personaje Cardenio, que Don Quijote y Sancho conocen cuando cruzaban por un bosque de Sierra Morena, en
Andalucía. Reza así:
¿Quién
menoscaba mis bienes?
¡Desdenes!
Y ¿quién
aumenta mis duelos?
¡Los
celos!
Y ¿quién
prueba mi paciencia?
¡Ausencia!
De este
modo en mi dolencia
ningún
remedio se alcanza,
pues me
matan la esperanza,
desdenes,
celos y ausencia.
Bellísimo, como bellísima es su continuación.
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