miércoles, 19 de julio de 2017

Planeta Nueve, de nuevo

Apostillo lo de nuevo porque la historia de su existencia periférica en el Sistema Solar, la del también llamado planeta desconocido o planeta X (“X” de incognita no de diez), es ya algo antañona en esta ancestral ciencia observacional llamada astronomía. La primera quizás de todas las ciencias humanas que en el mundo han sido.
Y su capítulo más próximo en el tiempo, al menos hasta hace unos días, era prácticamente de ayer como quien dice. En concreto de primeros del pasado año 2016, cuando un estudio del Instituto Tecnológico de California (CIT, de su nombre en inglés) anunciaba su posible existencia.
Lo hacía basándose en la peculiar distribución y perturbación observadas en las órbitas de los objetos transneptunianos (TNO, por sus siglas en inglés), ubicados como saben en el cinturón de Kuiper.
La hipótesis astronómica al respecto afirmaba que dicha perturbación y distribución eran debidas a la existencia del susodicho Planeta Nueve. Del número nueve (9) pues como seguro recuerdan, desde el verano de 2006, el pequeño Plutón (descubierto en 1937) ya no es un planeta de pleno derecho. Vamos que desde entonces, tenemos de nuevo sólo ocho (8) en nuestro sistema solar.
Una idea les decía, la del planeta nono, que resultaba lógica y científica por comprobable, y que pasó a ser la verdad científica del momento. Lo más último y puntero en teoría cósmica, pero que sin embargo no duró mucho.
No, porque apenas habían transcurridos unos meses cuando se detectaron ciertos sesgos metodológicos en estas observaciones celestes; unos de tal calibre que obligaron a dar marcha atrás en la hipótesis interpretativa planetaria y nona.
Según concluyeron los propios investigadores, no era necesario proponer la existencia de un elemento perturbador masivo como un planeta, para explicar lo observado en los TNO, ya que tal situación podía ser compatible con una distribución aleatoria de órbitas. Punto final planetario.
Sin embargo, sí otra vez un pero en esta cesta de la ciencia, hace unos días, dos astrónomos españoles de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) afirmaron haber encontrado una evidencia de la existencia del misterioso Planeta Nueve, más allá de la órbita del planeta enano Plutón.
Por lo publicado, para el nuevo espaldarazo a la hipótesis planetaria, aplicaron una técnica pionera en la detección de objetos espaciales menos expuesta a cometer sesgos observacionales y con ella analizaron las órbitas de los llamados objetos transneptunianos extremos (ETNO, por sus siglas en inglés).
Los ETNO son un tipo particular de cuerpos celestes que se caracterizan, entre otras propiedades, por no cruzar nunca la órbita de Neptuno y por encontrarse siempre, especialmente lejos del Sol. En su opinión las perturbaciones observadas en los ETNO, ya no se podían atribuir a la presencia de sesgos observacionales.
Por último, en esto no hay cambios, repitieron la misma causa explicativa para los efectos cósmicos: la existencia de un hipotético planeta que, según sus cálculos, superaría en unas diez (10) veces la masa de la Tierra y estaría situado entre trescientas y cuatrocientas (300-400) veces nuestra distancia al Sol.
Como pueden ver, la verdad en ciencia es un valor cambiante. De hecho algunos la definen sólo como la hipótesis funcional más apropiada, para abrir el camino hacia la siguiente mejor. Pues sí, así de cambiante es la ciencia. Como el clima. 

1 comentario:

  1. Astrónomo aficionado19 de julio de 2017, 8:03

    Le felicito por la entrada, muy clara, pero, ¿podría profundizar algo más en estas hipótesis acerca del Planeta 9?

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