Apostillo lo de nuevo porque la historia de su existencia
periférica en el Sistema Solar, la
del también llamado planeta desconocido
o planeta X (“X” de incognita no de
diez), es ya algo antañona en esta ancestral ciencia observacional
llamada astronomía. La primera quizás
de todas las ciencias humanas que en el mundo han sido.
Y su capítulo más próximo en el tiempo, al menos hasta hace unos días, era prácticamente
de ayer como quien dice. En concreto de primeros del pasado año 2016, cuando un
estudio del Instituto Tecnológico de
California (CIT, de su nombre en
inglés) anunciaba su posible existencia.
Lo hacía basándose en la peculiar distribución y perturbación observadas en
las órbitas de los objetos
transneptunianos (TNO, por sus
siglas en inglés), ubicados como saben en el cinturón de Kuiper.
La hipótesis astronómica al respecto afirmaba que dicha perturbación y
distribución eran debidas a la existencia del susodicho Planeta Nueve. Del número nueve (9) pues como seguro recuerdan,
desde el verano de 2006, el pequeño Plutón
(descubierto en 1937) ya no es un planeta de pleno derecho. Vamos que desde
entonces, tenemos de nuevo sólo ocho (8) en nuestro sistema solar.
Una idea les decía, la del planeta nono, que resultaba lógica y científica
por comprobable, y que pasó a ser la verdad científica del momento. Lo más
último y puntero en teoría cósmica, pero que sin embargo no duró mucho.
No, porque apenas habían transcurridos unos meses cuando se detectaron
ciertos sesgos metodológicos en estas observaciones celestes; unos de tal calibre que
obligaron a dar marcha atrás en la hipótesis interpretativa planetaria y nona.
Según concluyeron los propios investigadores, no era necesario proponer la
existencia de un elemento perturbador masivo como un planeta, para explicar lo
observado en los TNO, ya que tal situación
podía ser compatible con una distribución aleatoria de órbitas. Punto final
planetario.
Sin embargo, sí otra vez un pero en esta cesta de la ciencia, hace unos
días, dos astrónomos españoles de la Universidad
Complutense de Madrid (UCM) afirmaron haber encontrado una evidencia de la
existencia del misterioso Planeta Nueve, más allá de la órbita del planeta
enano Plutón.
Por lo publicado, para el nuevo espaldarazo a la hipótesis planetaria, aplicaron
una técnica pionera en la detección de objetos espaciales menos expuesta a cometer
sesgos observacionales y con ella analizaron las órbitas de los llamados objetos transneptunianos extremos (ETNO, por sus siglas en inglés).
Los ETNO son un tipo particular de
cuerpos celestes que se caracterizan, entre otras propiedades, por no cruzar
nunca la órbita de Neptuno y por encontrarse
siempre, especialmente lejos del Sol.
En su opinión las perturbaciones observadas en los ETNO, ya no se podían
atribuir a la presencia de sesgos observacionales.
Por último, en esto no hay cambios, repitieron la misma causa explicativa para
los efectos cósmicos: la existencia de un hipotético planeta que, según sus
cálculos, superaría en unas diez (10) veces la masa de la Tierra y estaría situado entre trescientas y cuatrocientas (300-400)
veces nuestra distancia al Sol.
Le felicito por la entrada, muy clara, pero, ¿podría profundizar algo más en estas hipótesis acerca del Planeta 9?
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