(Continuación)
No confunden autoridad y poder y, aunque pueden ejercer ambos, saben que tienen
la primera, la legítima forma de mandar. La que es otorgada a una persona por
los que le rodean, en virtud de sus méritos y capacidad para ejercerla. Y no
necesitan de la segunda, la que se ejerce sin tener en cuenta la opinión de los
demás, utilizando la coerción y manipulando deseos.
Sencillamente
saben que el ejercicio de la autoridad infunde respeto, mientras que el del
poder sólo temor. Como también saben que la actitud de respeto por la autoridad
permanece, aunque ésta no esté presente, mientras que la del temor desaparece
en cuanto el poder lo hace.
Máximo y Cómodo
De lo
que les digo, la película de finales del pasado siglo XX ‘Gladiator’ (2000) del
británico Ridley Scott, es un buen
ejemplo para diferenciar autoridad y poder.
Lo que
el emperador Cómodo posee es poder, lo consigue mediante la fuerza y el engaño,
lo basa en el temor y hace abuso, no uso, de él. En cambio, el general Máximo posee autoridad. Se la
otorgan primero las tropas que dirige y, más tarde, los gladiadores. Ella es la
que le erige como líder indiscutible. En fin, que no tiene color aquella frente
a ésta.
Ya
para ir acabando, en la tesis doctoral, la compañera pone de manifiesto dos
hechos singulares a mi entender. El primero inesperado para mí, al carecer de
experiencias en ese sentido. Las mujeres aún no han asumido del todo, es decir de
una manera interna e individual, que pueden ejercer el poder, que están
legitimadas para ello frente a los hombres.
El segundo sin embargo es esperable
por mi parte, por propia experiencia. Las mujeres son más inteligentes a la hora
de rodearse de un equipo.
Por
último ya, sólo les diré que lo malo de todo esto que les cuento es que,
cualquiera puede llegar a ser jefe. Créanme, lo sé por propia experiencia
también. En la dirección ésta de la incompetencia ocupacional, no debemos olvidar
el conocido y divertido ‘Principio de
Peter’ y sus ocurrentes corolarios.
Por si no lo tienen a mano, ahí van:
Principio: “En
una jerarquía cualquier individuo tiende a ascender hasta su nivel de
incompetencia”.
Corolario uno: “Con
el tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por una persona que es incompetente
para desempeñar sus obligaciones”.
Corolario dos: “El
trabajo es realizado por aquellas personas que no han alcanzado todavía su
nivel de incompetencia”.
Y
hasta aquí. Que empezamos con una universitaria tesis doctoral y hemos acabado
en el sarcástico principio de Peter, pasando por la cinematográfica Gladiator.
O sea que está bien. Por lo demás, Alea
jacta est, la suerte está echada.
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