Y tanto.
Cómo no va a ser conveniente saber que en el humo del tabaco puede haber
cerca de cinco mil (5000) sustancias, de las que sólo conocemos la cuarta
parte, y resulta que son todas nocivas para el organismo.
Empezando por la más fácil de identificar y, por tanto, conocida, la nicotina. Un alcaloide culpable de la
fuerte adicción al cigarrillo y tan potente como la cocaína o la heroína.
Sobre el
humo de tabaco
Con todo no es la peor de las sustancias pues en el humo del tabaco hay
también, entre otras: Amoníaco, el
compuesto de los productos de limpieza. Arsénico,
un veneno contenido en los raticidas. Butano,
conocido combustible doméstico. Cianuro,
empleado en la cámara de gas. Metano,
combustible utilizado en cohetes espaciales.
Monóxido de carbono, gas presente en el humo de escape de los coches
y las calderas defectuosas. Un compuesto mortal en concentraciones altas, y
tóxico en dosis bajas, pues bloquea a la hemoglobina,
impidiendo el transporte de oxígeno
a nuestras células.
Por suerte, el cuerpo humano es capaz de eliminarlo de
forma rápida, por lo que muchas de las personas que dejan de fumar se sienten,
al poco tiempo de hacerlo, más ligeros, con más energía.
Alquitrán, sustancia aceitosa marrón-amarillenta encargada
de llevar la nicotina y demás productos químicos del tabaco hasta nuestros
pulmones.
Es por así decirlo, el AVE en el que los tóxicos del cigarrillo
viajan hacia nuestra sangre y la responsable de las manchas en dientes y manos
de los fumadores, así como de que sus ropas y cabellos –y también de los que no
fuman- se impregnen con ese fuerte y desagradable olor, por todos conocido.
No continúo por no cansar. Pocas dudas quedan sobre esta forma de consumir
tabaco que es el cigarrillo. Se parece mucho a un inquietante y nocivo reactor químico que evacuara su
detritus en nuestros cuerpos.
Y les aseguro que no abundan los cuerpos -almacenes
ambulantes a lo largo de sus vidas, de estos venenos- que hagan esta función de
forma sana. De hecho las estadísticas muestran tozudamente, que son pocos los
que lo resisten.
Pero eso sí, no deja de ser una opción personal. Nada que objetar por tanto,
allá cada cual con el humo que inhala. La que ya no es una opción individual es
la del no fumador. El que está obligatoriamente obligado a inhalar ese humo y
perjudicarse de la misma forma que el fumador.
Un nuevo dilema sobre el fumaque: ¿Se debe prohibir fumar o no?
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