Ante todo vaya por delante la presentación de mis disculpas por el retraso.
Es probable que algún lector atento y avisado lo echara en falta anteayer.
En realidad para Enroque de Ciencia la cosa empezó hace algo más de tres meses, cuando
me asomaba a este blanco sobre negro con una entrada titulada: ¿Por qué la clave de las tarjetas tiene sólo cuatro dígitos?
Con ella abría una caja de sorpresas y curiosidades científico-técnicas,
asociadas a una serie de preguntas un tanto bizarras, de las que unas ya están
contestadas mientras que otras permanecen en el aire (la Pantoja, dixit). Pues
bien hoy es el día de responder a otra (perdón, ya lo supondrán, hoy por anteayer)
¿Cuándo,
dónde y por quién fue utilizado un cajero automático por primera vez?
Por premuras de tiempo les adelanto que fue tal día como anteayer de hace
cincuenta (50) años, el 27 de junio de
1967, que entonces también cayó en martes. Estas cosas pasan.
Sucedió en la sucursal londinense de Barclays
Bank, en el periférico barrio de Enfield al norte de Londres, que fue la primera
en albergar al que está considerado como el primer cajero automático del mundo
que funcionó con éxito. La primera máquina expendedora de dinero, basada en el invento
del ingeniero escocés John Shepherd-Barron (1925-2010).
Y dicho el cuándo y el dónde, sólo nos resta decir el quién. Pues bien,
sepan que el protagonista de ese momento fue un popular actor, el comediante
británico Reg Varney, quien en medio
de una gran expectación, fue el primero ser humano en retirar dinero usando
semejante artilugio.
Él fue el beneficiario de la primera transacción a través
de un cajero automático, y el día en el que lo hizo fue uno de esos que cuentan.
Un cajero del que adelantamos que en principio no funcionaba con tarjetas, sino con
unos cheques que estaban impregnados en un compuesto radiactivo de carbono-14. Sí, como lo leen.
Además el
cajero le pedía que introdujera un código de seguridad compuesto de cuatro (4) cifras
y, a cambio, sólo le entregaba diez libras esterlinas (10 £).
Como ven una simple respuesta ha vuelto a generar nuevas preguntas. Así es
como funciona la ciencia, por eso me gusta. Ni que decir tiene que les seguiré contando.
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