(Continuación)
Sorprendente la respuesta de Lucy,
ya apellidada Vodden por su
matrimonio y que ejercía de educadora en
una escuela de niños de atención especial. Y que por desgracia murió tan solo un
par de años después de dicha entrevista, a causa de la enfermedad del lupus,
cuando apenas tenía cuarenta y seis (46) años.
Pero
no debían andar muy descaminados sus amigos de la entrevista porque, a raíz de
esta leyenda urbana, no fueron pocos los consumidores de la droga, que se refieren a ella como Lucy, por una supuesta relación con la temática de la canción.
Un
nombre callejero más que añadir a los de LSD,
lisérgida, ácido o LSD-25 con los
que es conocida esta droga que, desde un punto de vista químico no es más que es
la dietilamida del ácido lisérgico.
No es no. O sí, depende...
Me explico poniendo sobre la
pantalla, el estado de la situación del terrible nexo entre canción y droga.
De un lado, y en contra del mismo, tenemos: la
iniciática e inocente explicación, a partir del dibujo del pequeño Julián; la supuesta inspiración literaria
de los músicos en la Alicia del señor
Carroll (otro que tal); y la
negativa en bloque, natural, de todo el grupo y allegados sobre la existencia
de dicho vínculo.
Del otro, y a favor de la existencia
de una cara oculta del rock, están: la posibilidad de componer el acrónimo de
la droga (LSD), a partir de las iniciales de las tres palabras principales del
título; la casi inevitable interpretación de algunos de los versos de la hipnótica
letra; y el hecho de que los propios The
Beatles reconocieran consumirla y, la más que evidente influencia artística
sobre su obra musical de aquellos tiempos.
Pues bien, a pesar de que durante
años se pronunciaron en el sentido de: “No
caímos en que las iniciales formaban la sigla LSD hasta que nos lo hicieron ver
más tarde…, y a esas alturas la gente ya no nos creyó”. Ya.
Acompañado de un: “La gente venía y decía, con un guiño de complicidad: ‘Ya lo he
pescado, ¿eh? L-S-D’, y era cuando todos los periódicos hablaban del LSD, pero
nosotros nunca le dimos ese sentido…”.
No, quizás no se lo disteis pero claro, dada
la surrealista y psicodélica letra que parecía estar sacada de un viaje
alucinógeno, ¿en qué iba a pensar la gente sino en la existencia de un mensaje oculto
tras la letra?
Pues bien, a pesar de estas
negativas les decía, resulta que no hace mucho Paul McCartney (1942) reconocía la influencia de los alucinógenos
en la canción: “Cuando hablábamos de
‘flores de celofán’ y ‘ojos de caleidoscopio’ y de ‘transportarnos a las
alturas’, hablábamos de las experiencias con la droga, sin duda”.
“Recuerdo que lo
de las flores de celofán y los taxis de periódico fueron ideas mías, y John
respondió a ellas con los ojos caleidoscópicos y las corbatas de espejo”. O sea que no había droga oculta
en título y letra pero que, por supuesto, algo había.
Vamos que no te pregunto que me digas ni que sí,
ni que no, sino que si quieres que te cuente el cuento de la buena pipa. Para
que después digan que la verdad nos hará libres. Ya les digo ¿Continuará?
¿Se drogan los animales?
ResponderEliminar