El Club de la corbata del ARN fue finalmente fundado en 1954 por el biólogo estadounidense James Watson y el físico ruso-americano
George Gamow (1904-1968).
Decidieron entre los dos que lo constituirían únicamente veinticuatro (24)
miembros, un número elegido por ser la suma de los veinte (20) aminoácidos
existentes y las cuatro (4) bases del ácido
ribonucleico, ARN, a saber: adenina, citosina, uracilo y guanina.
Llama la atención y no deja de ser significativo que a mediados del siglo
pasado, sólo un año antes de que falleciera el relativista Albert Einstein (1879-1955), el desciframiento del código genético sólo interesara a dos
docenas de científicos.
Unos hombres que, eso sí, fueron escogidos entre lo más granado de cada
campo de conocimiento al que pertenecían: química, biología, matemáticas y
física. Unos con prestigio ya reconocido como el físico cuántico Richard Feynman, el cristalógrafo Max Delbrück o el químico Erwin Chargaff.
Y otros porque, por aquel entonces, ya comenzaban a tenerlo en el mundo
científico, como era el caso del químico físico Gunter Stent, el biólogo Sydney
Brenner o el químico teórico Leslie
Orgel. De hecho algunos de ellos recibieron un Premio Nobel a lo largo de
su carrera. Entre ellos:
Melvin Calvin (1911-1997), químico estadounidense galardonado con el P. N.
de Química en 1961; el biofísico británico Francis
Crick (1916-2004) y el biólogo estadounidense James Watson (1928), que
compartieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina (1962); o el ya
mencionado Richard Feynman (1918-1988), físico teórico galardonado
con el P. N. de Física en 1965.
También el físico teórico alemán Max
Delbrück (1906-1981), Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1969 o el
biólogo sudafricano Sydney Brenner (1927),
galardonado con el P. N. de Fisiología y Medicina de 2002.
Y su objetivo, vuelvo al club, al menos el oficial, no era otro que el de “resolver el enigma de la estructura del ARN
y entender cómo se construyen las proteínas”.
Por supuesto que como todo club que se precie tenía un lema, el suyo éste: ‘Do it or die, or don’t try’, algo así
como: “Hazlo o muere, o ni lo intentes”.
O sea que bien por el RNA Tie Club.
Algunos
detalles curiosos sobre los miembros del club
Al ingresar en el club cada miembro recibía la citada corbata con un diseño
del ARN bordado en ella. Una idea original de Orgel con modificaciones posteriores del ruso, que se encargaron a un
camisero de Los Ángeles al precio de cuatro dólares (4 $) la unidad.
Además en teoría estaba previsto que cada miembro, junto a la corbata, recibiera
un pisacorbata dorado con el código de tres letras del aminoácido que le había
sido asignado. Así pues, por ejemplo, Gamow era la alanina (ALA), Feynman
la glicina (GLY) y Crick la tirosina (TYR).
Y dentro de las obligaciones que conllevaban pertenecer al club, una de
ellas era la de estudiar de forma preferente el aminoácido que le había tocado,
su ‘alter ego aminoacídico’ por así
decirlo.
He de confesarles que sobre este complemento corbatil -por cierto más caro
que la misma corbata, seis dólares (6 $)-, la información que obra en mi poder
es más bien escasa y confusa. Por ejemplo me consta que este pasador de
corbata, algunos de los miembros no lo tuvieron nunca.
Con el paso del tiempo y la confianza entre ellos empezaron a surgir los inevitables
motes. Y así Watson era “el optimista”, Crick “el pesimista”, Gamow “el
sintetizador”, sabido es que la confianza da asco.
Al fin y al cabo como cualquier otra profesión, la de científico y/o
investigador, genera su propia naturaleza gremial, gregaria y hasta si quieren “coleguil”.
(Continuará)
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