(Continuación) O dicho de otro modo. En las latitudes en las que se
encuentra la península ibérica, el Sol
“sale” por las mañanas antes que el día anterior y, por la tarde, se “pone”
después.
Perdonen la forma de expresarme pero ya saben aquello de “pensando como Copérnico pero hablando como Tolomeo”. Cuantitativamente hablando,
desde que se inicie la primavera, el tiempo que el astro esté por encima del horizonte
se estima que aumentará en casi tres minutos (3 min) por día.
Y por diferentes razones que ahora no vienen al caso, en este mes tendrá
lugar el primer cambio de hora del
año. Se producirá, como es habitual, al iniciarse el último domingo del mes de
marzo.
Así que a las dos (2) de la madrugada hora peninsular, del domingo 26 de
marzo, habrá que adelantar el reloj hasta las tres (3). En Canarias, la una (1)
de la madrugada pasará a ser las dos (2), y en todo el país este día tendrá,
oficialmente, una hora menos.
Habremos recuperado, una vez más, el horario de verano ¿Hasta cuándo?
Adenda
primaveral
Todos lo sabemos. Con la llegada de la nueva estación comienzan a subir las
frías temperaturas del invierno, haciéndose cada vez más templadas y agradables,
pero sin llegar aún a las tórridas veraniegas.
También los días empiezan a ser cada vez más largos, lo que trae consigo un
aumento de la luminosidad que a su vez provoca cambios hormonales que llegan, indefectiblemente,
a afectar al estado emocional.
No en vano aumentan tanto la carga de la hormona melatonina o N-acetil-5-metoxitriptamina (C13H16N2O2)
, que se encuentra tanto en animales y plantas como en hongos, bacterias y en
algunas algas.
Como la del neurotransmisor serotonina
o 5-hidroxitriptamina (C10H12N2O), ambos
encargados como bien saben de incrementar
la alegría, las ganas de salir y el apetito, sí los dos tipos. Sabido es por el
refranero que “en primavera la sangre
corre ligera”.
Así que bien podemos decir que estamos en la estación del amor, y no son
pocos los estímulos sensoriales de todo tipo (visuales, auditivos, olfativos,
gustativos, etcétera) que recibimos.
Resumiendo, a bote pronto se me ocurre un ramito de señales primaverales: Los
días se vuelven más largos y cálidos (“En abril ya se cena sin candil”). La
vegetación empieza a florecer. Las lluvias son abundantes (“En abril, aguas
mil”). Y los arcoíris son cada vez más frecuentes (“Cuando el arco iris se ve,
o ha llovido o va a llover”).
Sin embargo, siempre hay un pero, no todo son buenas noticias. La nueva
estación trae consigo también problemas. Se me ocurren las alergias, no
olvidemos que la mayoría de plantas realizan la polinización en primavera, los
trastornos de ánimo, las depresiones, etcétera.
En definitiva eso que llaman astenia primaveral, una patología de poca
monta, pues de toda la vida de Dios se ha sabido que “la primavera o te
adormece o te altera”.
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