(Continuación) Y no es que sea un tema de prioridad. Es que aveces lo
urgente le quita el sitio a lo importante. Por cierto, hace bien poco venía a
estos predios el año anteriormente citado de 1967.
Lo hacía pues era el mismo de la canción Lucy in the sky with diamonds de los Beatles, que relacionamos con la Lucy homínida. Es decir, con el resto fósil de hembra de Australophitecus afarensis, hallado en
1974 por el paleoantropólogo Donald
Johanson.
Volviendo al número de dígitos, vaya por delante ante todo que la elección original
de seis (6) por parte del escocés, no se debió ni a un sesuso estudio
probabilítico, ni a ningún tipo de limitación técnica. No, en absoluto. Les
aseguro que la razón fue algo más prosáica.
Al parecer John la eligió, sencillamente, porque coincidía con los números
de identificación del ejército, también de seis cifras. Bueno, pues por qué no.
Bien pensado algún número tendría que ser, así que bien dicho estaba. Seis
serían.
Sin embargo ese fue el dicho del hombre. Y del dicho al hecho el proverbio
nos dice hay un largo trecho que recorrer. Y de mal camino, máxime si lo escoge
la mujer, dice el avieso
Historia
del número de dígitos. Luego fueron cuatro
Pero no fue este el caso. No exactamente. Cierto es que del dicho al hecho
las cosas cambiaron, y también que fue debido a una mujer, pero no lo es en
absoluto, que fuera un camino largo y malo. No.
Al parecer John quiso que Caroline, su mujer, fuera la primera persona en
el mundo en probar el cajero automático, un hombre enamorado sin duda. Pero
hete aquí que cuando ella lo hizo, mire usted por dónde, no le terminó de
gustar del todo el método.
Se quejó de que una secuencia de seis números era demasiado larga para ser
memorizada, y que resultaba fácil equivocarse, a la hora de introducirla de
forma correcta. No. Rechazó casi de plano la idea. Era engorroso su manejo y no
resultaba práctica.
Pero mujer al fin y al cabo, no se quedó en la mera queja. Ni corta ni
perezosa le planteó reducirla y hasta le ofreció una solución. Cuatro (4)
dígitos sería una buena secuencia que todo el mundo podría memorizar y manejar sin
problemas. Dicho y hecho.
Ni que decir tiene, que él se apresuró a aceptar la propuesta de su esposa
nada más oírla, hombre inteligente a qué dudarlo. Y como bien sabe el PIN contínua
así desde entonces, sin cambiar de forma ni en lo cualitativo ni en lo cuantitativo.
Lo que no pueda una mujer.
El caso es que por ahora sigue siendo la manera más fácil y segura de que
un cliente se identifique, y pueda manejar su dinero en un cajero automático,
sin necesidad de ponerse en las tediosas y lentas colas del cajero
humano.
Y basta para ello una simple contraseña de cuatro (4) dígitos. No una de
tres (3), de cinco (5) o de seis (6) como propuso originalmente John, sino una
de cuatro, que fue la que le pareció adecuada a Caroline. Al menos esto es lo
que se puede leer en el portal web Techworm,
entre otros consultados.
Y hasta aquí el prontuario prometido, aunque soy plenamente consciente de
que con la solución aportada he generado nuevas preguntas. Es el sino de la
ciencia. Entre otras les dejo con estas cuatro, como los dígitos del PIN:
- Dicen que si lo marcarmos al revés
se bloquea la tarjeta y da un aviso a la Policía ¿Es cierto o se trata de un bulo más de Internet?
- ¿Qué es eso del PIN? ¿Dónde más se utiliza?
- ¿Es cierto
que resulta fácil de saber el de una tarjeta bancaria o de un móvil? ¿Hay unos PIN que son más frecuentes que otros?
- ¿Qué historia está detrás del
invento del primer cajero automático?
¿Desde cuando existen sus tarjetas de
plástico? ¿Qué papel juega en todo ello el fenómeno de la radioactiviad?
Son preguntas en busca de respuesta y yo quedo a la espera de las suyas .
¿Va a responder a las preguntas? Estoy muy interesada en algunas de ellas
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