martes, 28 de marzo de 2017

Aristóteles y las mujeres. Otras ideas curiosas (y 2)

e) La carne del hombre es compacta, mientras que la de la mujer, es porosa y húmeda. Lo que explica por qué los senos de la mujer, comparados con los regios músculos pectorales del hombre, aparecen como hinchazones esponjosos capaces de llenarse de leche, pero inevitablemente blandos. (Claro, ahora se entiende por qué se vuelven fláccidos tan... pronto).
f) La sangre menstrual es un residuo alimenticio, debido a la falta de calor en el cuerpo femenino: “En un ser más débil debe producirse necesariamente un residuo más abundante, cuya cocción esté menos acabada”.  (O sea que seguimos con lo mismo, renuncio al comentario).
g) El esperma masculino se prepara a partir de la sangre. Su equivalente en la mujer es la sangre menstrual, un líquido que no ha sufrido dicha metamorfosis. También dijo el maestro que los testículos sólo sirven de contrapeso para el pene. (¡Bien! por tus...).
h) Es el padre y no la madre quien introduce el alma sensitiva en el embrión, así como su forma y género. De modo que si un hijo varón se parece a su madre o a su familia, puede explicarse por un fracaso en la transmisión de la forma del padre.
Y las causas pueden ser, bien su astenia o una vacilación de su potencia ¡Ah!, los varones que no se parecen al progenitor son tachados de monstruos. (Pues claro que sí. Faltaba más).
i) Las mujeres no sufren hemorragias nasales ni hemorroides, porque sus venas son menos vigorosas que las de los hombres. (En fin).
j) La mujer no razona, cambia de opinión fácilmente, incumple su palabra, grita y llora con facilidad. El hombre, por contra, razona y aplica la lógica debido a que piensa con la cabeza. Ellas no. No razonan ni son lógicas porque piensan con la matriz, con la hystera.
(De este vocablo deriva el concepto de histeria femenina, que volverá a aparecer allá por el siglo XX de la mano del inefable Sigmund Freud. Mejor lo dejamos aquí, al menos por ahora).
Pero no sin antes decir algo más del sabio griego.
En defensa de Aristóteles
No sería justo dejar aquí el listón aristotélico. No lo es porque no es poco lo que debemos a su figura en Occidente. De hecho le debemos mucho de lo que somos, salvo en el campo de las ciencias y las conclusiones que de él sacó.
Observador atento, en muchos casos prodigioso, tenía sin embargo una limitación como experimentador. La verdad es que como tal dejó bastante que desear. Buen teórico en casi todo a lo que se dedicó, no obstante su falta de praxis le llevó a cometer no pocos errores de bulto.
Y a las pruebas me remito.
Por si quieren ver otras entradas relacionadas con Aristóteles.


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