lunes, 27 de marzo de 2017

Aristóteles y las mujeres. De dientes y costillas (y 2)

(Continuación) Unas enfermedades que pueden producir la pérdida de piezas dentales, sobre todo entre embarazadas y lactantes, por obvio motivos de cuidados maternales.
Así que es posible que Aristóteles sí contara los dientes femeninos, los contara bien y viera que había menos que en la boca de los hombres.
Ya, ya. Ya sé que el planteamiento expuesto es débil desde el punto de vista de la ciencia y que pinta no digo negro, pero sí azul oscuro casi negro. Pero qué quieren, no sé de otro para justificar una de sus afirmaciones: “Los machos tienen más dientes que las hembras, tanto entre los seres humanos como entre las ovejas, las cabras y los cerdos”.
En fin. Todo sea para romper la dualidad, y que no todo se vea indefectiblemente negro o blanco, sino más bien en una panoplia de grises. Claro que también está lo de las costillas.
Las costillas según Aristóteles
Costillas humanas de las que el griego sostuvo que teníamos sólo ocho (8) a cada lado, y no crean que dejó ahí la cosa costillar. No. Llegó a asegurar que ciertos miembros de la raza de los turdetanos -ibéricos del mediodía, emparentados con los Tartesios-, nacían sólo con siete (7) pares de costillas.
¿Qué por qué afirmó esos números?, pues ni idea.
Lo más probable es que basara su afirmación en el testimonio, cuando no rumores, de terceros y eso que en el caso de las costillas tenía bien fácil la comprobación.
Cualquiera puede, a flor de piel y sin necesidad de llevar a cabo una autopsia, contarlas y ver que hay una docena (12) un lado y otra docena al otro. Es decir veinticuatro (24) costillas en total. Y ojo, esto es importante, no importa si eres hombre o mujer.
Los dos sexos salvo alguna rareza morfológica, tenemos la misma cantidad de ellas, la dicha de dos docenas.
Lo pongo negro sobre blanco porque no es infrecuente darse de cara, aun en los tiempos que corren, con esa creencia popular que da por hecho que los hombres tenemos una costilla menos que las mujeres.
Es más, incluso hay quien afirma que la mejor y más rápida manera de distinguir entre el esqueleto de una mujer y un hombre es, precisamente contarles las costillas. Ver para creer, que dijo aquél.
En fin, está visto que no hay nada peor que la ignorancia, por lo que vuelvo con las mujeres y otras ideas curiosas del sabio sobre ellas.



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