(Continuación) Una reacción química les decía, en la que una proteína del
organismo, una luciferina, es
oxidada por el gas oxígeno (O2)
en presencia de una enzima luciferasa,
encargada de activar el proceso.
De este modo el nucleótido trifosfato
de adenosina (ATP) producido, era
el encargado de generar la energía necesaria para la reacción, en la que se
producen, además, agua (H2O)
y luz. Esa es la actual
interpretación que tenemos de la bioluminiscencia extracelular.
Bioluminiscencia
extracelular
Y en la que la imprescindible presencia de oxígeno en este mecanismo, para explicar
el proceso bioluminiscente, es concordante con las observaciones del químico Boyle y sus hongos contenidos en recipientes
sin dicho gas.
Así que todo es fruto de una proteína capaz de emitir luz al ser oxidada,
mientras el proceso es catalizado por una enzima. Una reacción que es muy
rápida, perdurable en el tiempo y en la que la radiación bioluminiscente producida
está compuesta por lo general de un ochenta por ciento (80 %) de luz fría.
Una luz cuyo color dentro del espectro visible puede ser diferente,
oscilando entre el verde y el azul aunque también puede ser rojiza, en función
de la composición química de la luciferina, que a su vez es distinta según el
organismo al que pertenezca.
De ahí que, cada especie, produzca una bioluminiscencia con su propio y
casi exclusivo color de luz.
Dando un paso más en esta dirección y dado que luciferinas y luciferasas tienen
una secuencia de proteínas y una estructura química altamente variables, se
piensa que el fenómeno de la bioluminiscencia ha podido producirse de manera frecuente
e independiente a lo largo del proceso
evolutivo en la Tierra.
Adenda
No para completar pero sí para redondear lo anteriormente dicho –y que les
recuerdo empezó hace ya un par de semanas, cuando les traje a este enrocado negro
sobre blanco una fruslería, DinoPet,
sin que estuviera claro en un principio si era un juguete o un ser vivo-.
Para redondear lo dicho les decía, permítanme añado ahora, dar un par de
pinceladas ya saben, al sevillano modo.
Una. La bioluminiscencia extracelular no es la única modalidad que
conocemos de este fenómeno bio-químico-lumínico. En la actualidad está aceptada
la existencia de hasta tres (3) tipos de bioluminiscencia, a saber: intracelular,
extracelular y de bacterias simbióticas.
Ya me dirán si están interesados en ellas para ponernos mano a la obra.
Dos. A estas alturas científicas y bachilleras, conviene no confundir bioluminiscencia con fluorescencia, dos fenómenos que si
bien pueden compartir determinadas características, tienen una diferencia
fundamental: el origen o fuente de donde se obtiene la energía para el fenómeno.
Mientras que en la bioluminiscencia, como hemos visto, ésta procede de internas
reacciones bioquímicas, en la fluorescencia la energía electromagnética llega
del exterior. Por tanto, no.
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