Tal día como hoy de hace ciento ochenta (180) años, el 25 de febrero de 1837, entonces cayó también en sábado, el herrero
e inventor estadounidense Thomas
Davenport (1802-1851) en unión de su esposa Emily, patentaba el motor
eléctrico de corriente continua, que había fabricado casi tres años antes,
en 1834.
Constaba de dos electroimanes fijos y otros dos móviles situados en los
radios de una rueda estando todo unido a un conmutador. El sistema se
alimentaba con una batería Volta.
Con el número de registro 132, la de Davenport era la primera patente estadounidense
de un motor de estas características, alimentado por una batería química.
Un
procedimiento de propulsión de maquinaria, basado en el novedoso fenómeno del electromagnetismo (Improvements in Propelling Machinery by Magnetism and
Electromagnetism).
Y que por aquél entonces, el herrero utilizó para hacer circular un pequeño
coche a lo largo de una trayectoria fija, una pequeña vía circunferencial. Es
decir que estamos ante el primer prototipo de ferrocarril con tracción
eléctrica.
El mismo con el que se abría el camino para una idea que tuvo un éxito casi
inmediato a lo largo del siglo XIX: la electrificación de los tranvías.
No obstante años después, en 1840, nuestro hombre le dio una utilidad
distinta. Utilizó su motor para hacer funcionar una imprenta, la primera
imprenta que lo hacía con corriente eléctrica, y con la que imprimió el primer
semanario del mundo sobre tecnología eléctrica.
Su nombre, The Electromagnet and Mechanics
Intelligencer. El primer
periódico impreso con electricidad.
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