«Se dice que una aguda y graciosa esclava
tracia se burló de Tales, pues, al estar observando las estrellas y mirando
hacia arriba, se cayó en un pozo.
Que, ávido por observar los cielos, no se
apercibió de lo que estaba detrás (la muchacha) ni de lo que tenía delante de
sus pies (el pozo)»
Así es como Platón, en su
diálogo Teeteto, cuenta la caída
pocera de Tales de Mileto (624-546 a.C.)
mientras miraba el movimiento de las estrellas. Un sucedido cocido en el horno
de la historia, que tiene su corteza y su miga.
La enjundia de la historia radica en que nuestro hombre está considerado -por
un amplio abanico de historiadores, desde Aristóteles
hasta B. Russell- como el pionero de
la investigación filosófico-científica acerca del Cosmos.
Y el caparazón lo ponen el humor de las palabras de la muchacha tracia (en
algunas versiones una campesina) y la picardía con la que se burla del sabio.
Envoltura y meollo de la mano.
Ella riéndose de él porque, queriendo saber cosas del cielo, no se percataba
de lo que tenía a sus pies y, claro, batacazo que te crio.
Y el filósofo
excusando su torpeza, con aquello de que tenía tantas ansias por conocer los
asuntos celestes, que lo que estaba justo a sus pies, pues que no lo vio.
Normal, no se puede estar en misa y repicando. Ni siquiera el gran Tales de
Mileto.
Tales de
Mileto
Doy por hecho de que está al tanto de la importancia de nuestro hombre.
Tales no fue un mindundi intelectual cualquiera.
Por los griegos clásicos está
considerado como uno de los siete sabios de Grecia, el fundador de la escuela
de filosofía jónica o de Mileto y el primer presocrático.
Además, ya sabe por qué, el suyo es el primer caso documentado de sabio
distraído y del que se mofan. O sea.
Y si bien es cierto que buena parte de lo que sabemos de él es un batiburrillo
de citas de las que supuestamente fue autor, hechos que se le atribuyen,
circunstancias que quizás le acompañaron y opiniones que tal vez emitió -demasiado
quizás-, no por ello es menos cierto que podemos llegar, a pesar de la
incertidumbre documental, a un consenso.
Ya les adelantaba que se le considera el primer gran impulsor griego de la
investigación científica, tanto en astronomía
como en matemáticas. Y es así. (Continuará)
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