Los dos trabajaron en la novedosa idea de las reacciones en cadena y en los requisitos físicos necesarios para la
construcción de un reactor nuclear. En
su caso un reactor de fisión controlada,
que generara energía mediante el uso de uranio
(U) y agua pesada (D2O).
En el documento nobelero de Irene,
reza: Premio Nobel de 1935 en Química
(compartido con Frederic Joliot) “En reconocimiento a la síntesis de nuevos
elementos radioactivos”.
A raíz de su concesión ambos recibieron numerosos y diferentes premios,
honores, reconocimientos académicos y cargos administrativos. Pero ojo, no por
igual. Por ponerles un ejemplo, Frederic fue admitido en la Academia Francesa, mas no así Irene.
O sea que ocurrió igual que con mamá, y la razón sigue siendo la misma: era
mujer. Además, para más inri, ella
era una activa, conocida y reconocida feminista. O sea que.
Ya saben, una vieja historia que colea desde siempre. De un lado los
hombres, sus derechos y nada más. Del otro las mujeres, sus derechos y nada
menos. Es así. De hecho habría que esperar a 1962 para que la primera mujer
fuese admitida en la Academia de las Ciencias.
Del
ekacesio
Fue la física francesa Marguerite
Perey (1909-1975) descubridora del francio
(Fr) en 1939, al purificar muestras de lantano
(La) que contenían actinio (Ac).
Un elemento químico del que por cierto, ya el químico ruso Dmitri Mendeléyev (1834-1907) predijo su existencia sesenta y ocho
(68) años antes, en 1871, llamándolo ekacesio.
Eka- es un prefijoide de origen eslavo que significa ‘uno’
y que el ruso utilizó para indicar el nombre del primer elemento químico por
descubrir que se encontrara debajo de uno conocido en la tabla periódica.
Es decir que ekacesio significa el que está “debajo de cesio (Cs)”. Y así
fue llamado hasta que la Perey lo descubrió y en honor a su país, Francia, le
cambió el nombre, francio. Normal.
Por cierto que algunos años después de esto que les cuento del ekacesio,
nuestro químico ruso ya había manifestado su admiración por una jovencita de
nombre Marie, aún casi una niña, que
conoció trabajando en el laboratorio de
química de su primo. Sí, la madre de Irene.
Son nexos que la vida pone ante los ojos de quien sabe verlos.
La vida
se repite
Acabada la Gran Guerra (1914-1918), Irene Curie empezó a trabajar y ser la
responsable de la actividad investigadora del Instituto del Radio o Instituto
Curie (por mamá), en la parisina calle
Pierre Curie (por papá).
Un centro de investigación que en aquellos momentos era, sin duda alguna,
el más importante y avanzado en su campo a nivel mundial. Y hasta allí iba
muchas mañanas su fundadora, Marie Curie,
una anciana dama ya marcada por los efectos de la insidiosa enfermedad.
Pero ella desea estar al corriente de todo lo que se hace y no renuncia a
ir, a pesar de los fuertes dolores que sufre.
Emociona pensar que el
descubrimiento de la radiactividad
artificial fuera realizado por la hija de quien hizo lo propio con la radiactividad natural, treinta (30) años
antes. Qué cosas.
Curiosas entradas. Enhorabuena por el blog
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