lunes, 30 de enero de 2017

¿Adónde van los globos de helio que se les escapan a los niños? (1)

Ya hemos contestado al menos en parte a esta pregunta, consecuencia curiosa de alguna que otra situación que muchos hemos podido vivir en primera o segunda persona, sin ir más lejos estos pasados y navideños días.
No sé por qué extraña asociación de ideas, la pregunta que intitula la entrada me recuerda a la becqueriana rima entre aseverativa e interrogativa:
¡Los suspiros son aire y van al aire!   /  ¡Las lágrimas son agua y van al mar!
Dime, mujer, cuando el amor se olvida   /   ¿sabes tú adónde va?
No caigo en cual puede ser el nexo, pero espero que en este caso de los globos infantiles de helio, tengamos una respuesta más próxima a las afirmativas que el poeta da de los suspiros y las lágrimas, que no a la indagadora del amor olvidado.
Y más estando en la cernudiana e hispalense ciudad desde donde escribo. Sevilla, donde habite el olvido. Pero a lo que vamos, ¿a dónde van los globos?
El discurso sobre la respuesta globera se lo voy a construir al estilo clásico, o lo que es lo mismo en forma de estructura argumental con su terna de componentes: planteamiento, nudo y desenlace. Y naturalmente empiezo por donde debo, por  el principio.
Planteamiento: ¡Niño, ten cuidado con el globo!
La escena de referencia de la que les hablaba más arriba, seguro que aún la conservan en sus retinas. Niño feliz que pasea con un globo de helio en la mano y que, a pesar de las advertencias de que no suelte el hilo, pues va y lo suelta, ¿qué quieren si son niños?
El caso es que pasados los primeros instantes de disgusto y tras verlo subir y subir, el niño, que es sobre todo un animal curioso te mira  de manera fija y te empieza a preguntar, modalidad ametralladora de suelo:
¿Y a dónde va el globo? Si nos esperamos, ¿caerá al suelo? Y si no cae, ¿hasta dónde llega? Si lo buscamos, ¿lo podemos encontrar?¿Por qué no vamos y...?
Por si les interesa mi opinión, lo suyo en ese momento sería desengañarle ya, y decirle que seguro, seguro, no lo volverá a ver más. Ya, pero eso es la teoría y no es más que un niño ¿Hay necesidad de hurgar en la recientemente abierta herida de su ilusionada e ilusionante imaginación?
Pues no. Y esa es también mi opinión por si les interesa.
De modo que le podemos adornar la respuesta diciéndole que estará con los pajaritos, o que lo cogerán desde un avión que pase por su lado, o que va camino del Sol, o que llegará hasta las estrellas ¿Por qué no?
A lo mejor, estas cosas pasan, algunas de estas ideas no sean tan descabelladas como pensamos los adultos que bien visto, al fin y al cabo, ¡qué sabremos nosotros de globos!
Les estoy poniendo negro sobre blanco el hecho de que quizás sea posible saber dónde acaba su viaje el escapado globo. Y han de saber que la respuesta en principio es afirmativa y no porque lo diga quien esto escribe. (Continuará)


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