Todo ello unido al vertido de su opinión personal sobre la monarquía, mezclando comentarios políticos y acontecimientos nacionales.
Una fascinante combinación de revelaciones personales y relatos presenciales de grandes sucedidos, entre los que no faltan la Gran Peste de 1665/56 y el Gran Incendio de Londres en 1666.
En este sentido es extraordinario el testimonio que Samuel Pepys dejó de estos dos hechos tan trágicos. El primero de ellos relacionado sin duda, con la genial actividad creadora de Isaac Newton (1642-1727) en sus anni mirabili del bienio 1665-1666.
Dicen que no hay mal que por bien no venga. Una relación causa-efecto, a qué dudarlo.
Epidemia e incendio
De la Gran Peste ya hemos enrocado algo. En realidad, casi desde siempre, la peste fue de todas, la enfermedad más temida por el hombre. Al menos hay constancia de ello desde su reaparición en Europa, en la década de 1340. No les digo nada de cómo fue ésta, que por algo se la llamó la Gran peste. Se trató de una epidemia que mató entre setenta y cien mil (70 000-100 000) personas en Inglaterra, y a más de la quinta parte (1/5) de la población de Londres. Algo terrible.
Un sucedido que desde el punto de vista histórico se ha identificado como peste bubónica, y que desde el punto de vista biomédico fue una infección causada por la bacteria Yersinia pestis, transmitida a través de las pulgas de las ratas.
Y del Gran Incendio sepan que arrasó la ciudad de Londres entre el 2 y el 5 de septiembre de 1666.
Y aunque terminó destruyendo el centro de la ciudad medieval, sobre todo lo que quedaba dentro de la vieja muralla romana, sin embargo no llegó al nuevo distrito aristocrático de Westminster, al palacio real de Whitehall o la mayoría de los asentamientos suburbanos de Londres.
Sin duda fue una de las mayores calamidades de la historia de Londres, de la que Pepys hizo grandes esfuerzos para estar informado sobre todo lo que sucedía en la ciudad y registrar todos los acontecimientos.
De hecho sus diarios son la fuente principal de todas las narraciones modernas del desastre.
Pepys y Newton
Pero no era ésta la única actividad de nuestro activo diarista.Un par de ellas tuvieron que ver, una, con un libro que es seguro le sonará, el ‘Principia Mathematica’ y, otra, con un problema estadístico relacionado con unas tiradas de dados que, es posible que no le suene tanto.
De por medio andaba, ya se lo habrá imaginado, el genial Isaac Newton.
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