domingo, 23 de octubre de 2016

“Siesta de pijama, Padrenuestro y orinal” (1)

Así es como la refería uno de los escritores más importantes de la literatura española del siglo XX, Camilo José Cela, con respecto a la práctica y disfrute de esta costumbre española y ya internacional.

Con su sarcasmo habitual, el novelista la ensalzaba diciendo que había que hacerla a diario y “con pijama, Padrenuestro y orinal”.

Unas claras referencias sin duda a su duración e intensidad, dadas las medidas precautorias que de toda índole tomaba.

Religiosa, por el rezo cristiano con el que la acompañaba. Física, por la prenda puesta con la que la efectuaba. Y fisiológica, por el previsor utensilio que ponía debajo de la cama, a mano.

En fin eran otros tiempos, pero no por ello nuestro hombre se cortaba. De hecho solía decir de ella que era “el yoga ibérico”.

“El yoga ibérico”
Y esto bien visto está bien dicho, es ocurrente, pero poco más hay de aprovechable en la siesta entendida al “modo Cela”. Es más, del resto no hay nada bien.

Para empezar, frente a lo que sostenía el escritor la siesta sana debe ser sin pijama ni orinal por prescindibles. No olvidemos que desde el punto de vista científico esta actividad recuperadora no debe durar más de unos minutos.

Dejo naturalmente a la elección de cada uno el asunto del rezo. Eso sólo es una cuestión de creencia, de creencia en este caso respetable, por lo que nada que opinar al respecto.

Así que una cabezada sí, pero lo de Cela no.

La siesta mucho mejor sin pijama ni orinal, ya me entienden. Aunque como él decía, dormir la siesta es todo un arte y esa, fíjense, es una afirmación con la que casi puedo estar de acuerdo.

Pero estarán conmigo que no todo el mundo tiene madera de artista; o lo que es lo mismo, no todo el mundo tiene que valer para ello. Y para la suya, tengo para mí, que hay que tener casta y oficio, cualidades que no están al alcance de cualquiera.

Vamos que no se puede decir que sea una costumbre tan sanota. Pero él lo decía y Cela fue siempre mucho don Camilo. Y a las pruebas me remito.

Pudo ser hacia 1978, cuando Cela acudió al Congreso de los Diputados para participar en la constitución de la primera legislatura tras la Transición.

Un acontecimiento histórico sin duda, que sin embargo debió resultarle tedioso ya que al parecer se quedó dormido. Fue cuando el presidente de la Cámara, Antonio Fontán, le echó en cara su comportamiento alertándole del mismo.

Debió suceder más o menos así...


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