domingo, 16 de octubre de 2016

Éter de Morton (1)

El 16 de octubre de 1846, ciento setenta (170) años ya, tuvo lugar la primera demostración pública del uso del éter como anestésico en cirugía y odontología.

Entre operaciones
Administrado por inhalación, fue aplicado por el dentista estadounidense William Morton (1819-1868) a un paciente al que se le extirpó un tumor de cuello en el Hospital General de Massachusetts.

Una operación de la que ni se enteró el buen hombre, gracias al poder anestésico de dicha sustancia.

Sencillamente le hizo aspirar por la boca los vapores provenientes de una esponja, humedecida con dicha sustancia e introducida en una esfera de vidrio. Un proceso que lo sumió en un apacible sueño y del que cuando despertó, ya había acabado todo.

No había sentido nada. Nada de nada.

Algo nunca visto hasta entonces en el mundo de la cirugía, por lo que ese día que ha terminado fijando, de manera oficial, el inicio de la anestesiología moderna.

Ha pasado a la historia, por así decirlo aunque, en honor a la verdad, hay que decir que hubo un precedente tan solo un par de semanas antes.

En esta ocasión el paciente estaba aquejado de un dolor de muelas, por lo que acudió a la consulta de Morton -ya les he dicho que era odontólogo- para que se la extrajera.

Le aplicó el éter, le extrajo la pieza dental y cuando se le pasó el efecto de la anestesia el señor, asombrado, le confesó que no había sentido el menor dolor durante la extracción.

Igualito, igualito que el que ha pasado a la historia.

En busca de la patente
Como el éxito anestésico rápidamente se hizo público, en un principio Morton quiso mantener en secreto tanto la composición química de la sustancia utilizada, como el método que empleaba para aplicarla.

Lógicamente pensaba patentarla y obtener unos lícitos beneficios de sus efectos anestésico y narcótico. Lo que es humano aunque prosaico.

De modo que la llamó 'Letheon', derivada del griego lethe que significa olvido, en una clara alusión al río Leteo, cuyas aguas, según la mitología griega provocaba un olvido total a todos aquellos que la bebían. Algo también humano pero poético.

Sin embargo, en una operación que tuvo lugar el 7 de noviembre de ese mismo año, es decir unas tres semanas después de la que hoy celebramos, y en la que se iba a utilizar su Letheon como anestésico, se le obligó a que revelara su nombre químico bajo la amenaza de prohibirle su uso.

Tras varias presiones Morton cedió y con dicha decisión volatilizó en buena medida las esperanzas que tenía de patentar el producto.

Nunca lo patentó, y no fue lo único a lo que tuvo que renunciar nuestro dentista, pues ni siquiera se le ocurrió a él el nombre de anestesia.

Significados de anestesia
Resulta que un par de semanas después de revelar el nombre químico de su compuesto, el dentista recibió una carta del médico y reconocido poeta estadounidense Oliver Wendell Holmes (1809-1894).

Una en la que le sugería la palabra anestesia (derivada del griego y que significa insensibilidad o falta de sensibilidad) para definir ese estado que la sustancia produce.

Ni que decir tiene que le pareció bien. (Continuará)





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