miércoles, 3 de agosto de 2016

"Ahí hay un hombre que dice ¡ay!"

Una oración corta y fácil de recordar que además de escribir varias veces en nuestros cuadernos, escenificábamos mientras la repetíamos en voz alta: Ahí hay un hombre que dice ¡ay!

Marcando con el dedo cualquier rincón del aula (ahí), señalábamos el lugar donde supuestamente se encontraba el hombre (hay) que se quejaba (¡ay!), y que representábamos con gestos exagerados.

Así, de esta forma teatrera y amanuense, en mis antañones tiempos escolares relacionábamos, diferenciábamos y memorizábamos las tres palabras con su significado y correcta ortografía.

Una actuación que naturalmente el maestro acompañaba después, con una breve explicación gramatical sobre cada una de ellas. Más o menos algo como esto.

"Ahí"
Es un adverbio de lugar que nos indica de forma no especificada, la ubicación o dónde se encuentra algo (Ahí lo tienes, ante tus propios ojos).

Se trata de una palabra bisílaba y aguda, cuyo golpe de voz recae en la vocal “i”. Y para asegurarnos de que es un adverbio nos pedía que lo sustituyéramos por cualquier otro adverbio de lugar.

Momento que aprovechaba para que repitiéramos la lista: ahí, allí, aquí, acá, delante, detrás, arriba, abajo, cerca, lejos, encima, debajo, alrededor, etcétera.

“Hay”
Es la tercera persona del singular del presente de indicativo del verbo “haber”: yo he; tú has; él ha o hay; nosotros hemos; vosotros habéis; ellos han.

Una palabra monosílaba cuyo golpe de voz recae en la vocal “a”.

Al igual que con el adverbio, para comprobar que ahora se trata de un verbo, nos pedía que lo cambiáramos por otras formas del verbo haber, a saber: había, habrá, etcétera.

“¡Ay!”
Es una interjección con la que expresamos una emoción o estado de ánimo, y que por lo general suele ser de sorpresa o dolor (¡Ay!, me he pinchado con el alfiler).

Palabra monosílaba que se pronuncia igual que “hay” aunque con entonación exclamativa, y que debe ir escrita entre signos de exclamación en los textos.

Puede ir seguida o precedida de cualquier signo de puntuación (La ciencia y la técnica, ¡quién duda que progresan!), siempre que no sea un punto final de oración en cuyo caso se omite (La ciencia y la técnica ¡Quién duda que progresan!).

Y esto es lo que recuerdo de aquellos tiempos y no he olvidado.

“Ahí”, por el lugar. “Hay", por el verbo haber. “¡Ay!”, el exclamativo de dolor. Y Ahí hay un hombre que dice ¡ay!, la representativa frase con la que escribir de forma correcta cada una de las tres palabras.

Uno de los muchos trucos de la escuela de mediados del siglo pasado. Tiempos antañones en los que se solía decir que “Cada maestrillo tiene su librillo”.


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