Y les enroco dos que se alojaron entre sus paredes sevillanas: una mujer española y un hombre italiano.
Ella es Eugenia de Montijo (1826-1920), condesa de Teba y emperatriz consorte de los franceses. Y él, Guillermo Marconi (1874-1937), ingeniero, inventor y aristócrata.
Como ven, las Dueñas no es una casa cualquiera, no. No es una más al uso. Entre otros motivos por los huéspedes ilustres que a lo largo del tiempo, se alojaron entre sus muros.
Inciso nobiliario-olímpico
Por ponerles un ejemplo, y ser de actualidad por motivos que no vienen al caso, me he acordado mientras escribía estas líneas, que en esta casa sevillana nació Carlos Falcó (1937), V marqués de Griñón, XII marqués de Castel-Moncayo y Grande de España. Volviendo a la emperatriz, decirles que en su vida hizo tan sólo dos cosas por España, que a mí al menos me consten.
Una, la segunda en orden cronológico, fue la de legar toda su fortuna a los duques de Alba, sus sobrinos. Sepan que al fallecer Eugenia dejó en su testamento, como único heredero, a Hernando Fizt-James Stuart y Falcó (1882-1936), hermano del Duque de Alba.
Ya ven que todo queda en familia. Por cierto y ya que estamos en año olímpico, Hernando, que entre otras actividades fue jugador de polo, nos representó en este deporte en dos Juegos Olímpicos.
Los de 1920 en Amberes, donde consiguió la medalla de plata; y los de 1924 en París, donde quedó en cuarto puesto. Perdonen el doble inciso nobiliario-olímpico de huéspedes y familiares.
“Dueñas” de Sevilla y Eugenia de Montijo
El primero de los personajes ilustres de los que les quiero hablar y que se alojaron entre sus muros, fue en realidad un familiar. María Eugenia Palafox Portocarrero y Kirkpatrick, tía de los Alba y que casó con el emperador de Francia, Napoleón III.Fue de pasada, pero nuestra Eugenia de Montijo ha sido enrocada ya en relación con Elizabeth Garret Anderson (1836-1917), la primera mujer europea en licenciarse en Medicina. Lo consiguió el 28 septiembre de 1865.
Sí, lo sé. Hace sólo ciento cincuenta y un (151) años, o sea que no hace tanto si se piensa bien. Y es cierto que hemos avanzado mucho desde entonces, pero no lo es menos que sigue siendo insuficiente.
Pues bien, independiente del valor del montante, en dicho logro feminista del siglo XIX jugó un papel determinante nuestra compatriota y ya por entonces, imperial familiar de los Alba de Tormes.
Como también lo jugó en dos importantes proyectos, uno científico y el otro tecnológico, que bajo su impulso personal vieron la luz.
El primero en el campo de la química y la microbiología, de la mano del francés Louis Pasteur (1822-1859) y que acabaría en el descubrimiento de la vacuna contra la rabia (1885).
Hace unos días les escribía precisamente, por motivos de celebración temporal, de Edgard Jenner (1749-1823) y sus experiencias con la vacuna.
Eugenia de Montijo y el canal de Suez
El segundo de los proyectos pertenece al campo de la ingeniería, y fue llevado a cabo por el también francés Ferdinand de Lesseps (1850-1894), primo lejano de Eugenia.La obra ingenieril es la famosa y conocida construcción del Canal de Suez (1859-1869) que, como bien saben, une los mares Mediterráneo y Rojo desde mediados del siglo XIX.
Una vía artificial de navegación cuya construcción trajo consigo que la región del Sinaí se convirtiera en una nueva península en lo geográfico, y en frontera entre los continentes de África y Asia en lo sociopolítico. (Continuará)
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