viernes, 17 de junio de 2016

Más orígenes para Frankenstein

Que les debo contar, dije ayer. Y porque me parece interesante, añado ahora.

Si hemos de ser exhaustivo, y en honor a la verdad, es más que probable que haya otra posible fuente de inspiración, para el origen creativo del horrible monstruo de Mary Godwin.

Otra fuente más que las charlas y lecturas vespertinas entre amigos, del desapacible verano de 1816 en ‘Villa Diodati’; y que los escritos del abuelo de Darwin y del eléctrico experimentador Galvani, entre otros.

Ésta nos viene de un poco más atrás en el tiempo, al menos un par de años antes, y de la mano directa de un científico. Bueno en realidad sólo era un buen (y algo extravagante) aficionado a la ciencia. Me refiero al británico Andrew Crosse.

Andrew Crosse (1784-1855)
Quien solía experimentar con cadáveres y electricidad, llegando a afirmar que había creado pequeñas criaturas en forma de insectos, que lograban andar y se desenvolvían por sí mismas.

Para que vean que no exagero ni lo más mínimo, en sus propias palabras: “el insecto perfecto, de pie sobre unas pocas cerdas que formaban su cola”.

Ya ven que el de Crosse es uno de esos enlaces divulgadores, que la vida te pone por delante, y que no queda otra que seguirlo. Lo que haremos en cuanto podamos.

Ahora, siguiendo con el aperitivo de más arriba, ni que decirles tengo que el científico nunca demostró su creación, ni pudo dar la menor explicación de cómo llevó a cabo dicho supuesto y creador experimento vital.

Además nuestro hombre no anduvo mucho tiempo en la palestra pública. Por esa época existía ya consenso científico, acerca de la imposibilidad del mecanismo de la generación espontánea como origen de la vida.

Y por supuesto la Iglesia estaba en lo suyo y velaba por las ideas religiosas. Ya saben por dónde voy. Así que a nuestro hombre le llovieron las críticas de todos lados y optó por retirarse.

Pero antes Mary tuvo ocasión de conocerle.

Godwin y Crosse
Lo más probable es que fuera en una charla que en 1814 el investigador ofreció en Londres y a la que consta que asistió la futura escritora en compañía de varios conocidos.

En ella Crosse planteaba la posibilidad de “extraer” energía eléctrica de la misma atmósfera, y con ella aplicar descargas eléctricas, “dar vida”, a cuerpos muertos. Por lo general cadáveres de ajusticiados.

Y tras la conferencia, la Godwin habló con este extravagante científico y se pudo informar acerca de la hipótesis de “levantar” a fallecidos, de crear vida a partir de la electricidad.

Una información bastante anterior al embarazo y alumbramiento de sus ficticios y célebres doctor y monstruo, pero que pudo ser la base a partir de la cual su imaginación pergeñara la terrorífica historia.

Porque lo que debe quedar claro es que Crosse llevó a cabo sus experimentos más relevantes, esos en los que recogía la electricidad con una maraña de cables y pilas, muchos años después de publicarse Frankenstein, por lo que no pudieron ser la fuente de inspiración.

Pues hasta aquí y todo esto contado a grandes rasgos.

Queda de su parte la decisión sobre cuáles fueron las posibles fuentes de inspiración de la joven Mary, a la hora de crear su archiconocido Frankenstein. Doscientos (200) años ya.

Como diría algún “ikerizador”, aún estamos ante un enigma sin resolver. Ya. Ya. Enigma y sin resolver.

Sé por dónde andas, “Coronel Tapioca”.


2 comentarios:

  1. No le comprendo lo que quiere decir con "Coronel Tapioca"

    ResponderEliminar
  2. Se refiere a Iker Jiménez y su manera de "investigar"

    ResponderEliminar