Y lo que surgió como impulso amoroso, pronto se convirtió en práctica cotidiana que la propia prensa, conocedora de sus habilidades, estimulaba. Mejor dicho, grafitero y prensa se retroalimentaban.
Cada cierto tiempo los periodistas sugerían una idea para "grafitear", que Cornbread llevaba a cabo a la mayor brevedad posible. Por supuesto que en cuanto era realizada, a la prensa le faltaba tiempo para dar cumplida información de la gesta.
Y vuelta a empezar. Ganaban los dos.
Leo que en cierta ocasión alguien escribió como de pasada, que no estaría nada mal que se pusiera un tag en el jet de The Jackson 5, la próxima vez que aterrizara en Filadelfia.
Pues dicho, hecho y publicado.
Estos chicos de la prensa tienen más peligro delante de una máquina de escribir, que un joven con un aerosol en la mano delante de una pared vacía.
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