Entonces cayó en miércoles, no como hoy que es sábado. Pero esa circunstancia semanal, en realidad, no hace al caso.
Lo que importa es que el 14 de mayo de 1856, año bisiesto por cierto como éste, dice la documentación existente que el naturalista inglés Charles Robert Darwin (1809-1882), se puso a escribir en su casa de campo en Downe (Inglaterra) un libro.
Un detalle que no tendría la mayor de las importancias, si no fuera porque no se trataba de un libro cualquiera. No.
El de marra fue uno que con el paso del tiempo, se convertiría en todo un hito de la historia de la ciencia: El origen de las especies.
Se dedicó a él con todo su esfuerzo y aun así, tardó tres años y medio en publicarlo.
Ocurrió el 24 de noviembre de 1859, en sus páginas abordaba el problema del origen de las especies y establecía, ni más ni menos, la idea básica de la evolución.
No es de extrañar por tanto que fuera prudente, y tratara de reunir la mayor cantidad de datos en los que fundamentar su revolucionaria idea. Y que como resulta de ello, el libro avanzara muy poco a poco.
Sin embargo ciertos hechos precipitaron su marcha.
De un lado estaba la continua insistencia de amigos como el abogado y geólogo británico Charles Lyell (1797-1875) y el botánico y explorador inglés Joseph Dalton Hooker (1817-1911), para que diera a conocer el ensayo que sobre este tema había escrito en 1844.
Uno en el que atacaba la explicación transformista del naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829) tachándola de infantil, si bien no dejaba de reconocer que era hábil e ingeniosa. Se la conoce como lamarckismo o transformismo.
Pero sobre todo fue un artículo que apareció publicado en 1855 en Annals and Magazine of Natural History.
Llevaba por título ‘Sobre la ley que ha regulado la aparición de nuevas especies’ y su autor era el polifacético científico británico Alfred Russell Wallace (1823-1913).
Un artículo abiertamente evolucionista a través del mecanismo de la selección natural, que Darwin leyó por sugerencia de Lyell y que le sorprendió, al comprobar las semejanzas entre las ideas de Wallace y las suyas.
No había tiempo que perder. Wallace le pisaba los talones. Entonces fue cuando de verdad se puso manos a la obra.
Y todo empezó tal día como hoy. Un “día de los que cuentan”.
Dado todo lo que lleva escrito sobre Darwin y la evolución, debería hacer un índice ordenado con todas las entradas que hay en el blog.
ResponderEliminarEs tan solo una sugerencia. Me parece un magnífico blog.