miércoles, 25 de mayo de 2016

Baquelita es una resina (y 3)

(Continuación) Pasando por piezas de freno de autos, botones para tapas de ollas, mangos de sartén, asas para enseres de cocina y boquillas de las tradicionales botas de vino.

Y sin dejar de citar que también es el producto base de las bolas de billar, los botones, los mangos de los paraguas, etcétera.

Incluso, dada su gran resistencia, se utiliza para fabricar engranajes menores de diversas maquinarias. Lo que unido a su bajo precio, inferior al del acero, la convierten en una opción de lo más óptima para la industria.

Pero el tiempo pasa y las ciencias avanzan que es una barbaridad.

En la actualidad y desde hace ya unos años, la baquelita ha sido sustituida por otros productos sintéticos, si bien aún sigue teniendo ciertas aplicaciones en algunos de los campos anteriores.

Y por supuesto el atractivo estilo retro que ofrece su aspecto le hace estar siempre de moda para determinado público, en objetos como relojes, aparatos de radio, cajas, candelabros, interruptores y enchufes eléctricos, teléfonos.

Teléfonos como el de baquelita de 1936.

Baquelita por Baekeland
Tras lo expuesto pocos pueden dudar de la importancia social que en su momento tuvieron, tanto el compuesto químico como el hombre científico que lo sintetizó.

Del primero decir que fue vital en el desarrollo tecnológico del siglo XX desde su descubrimiento. Gracias a él se pudieron desarrollar muchos campos de investigación científica, desde la química hasta la electrónica.

Y lo fue no sólo por su bajo precio de producción, sino porque apareció en el momento oportuno.

Justo cuando se iniciaban mercados como el del automóvil, la radio, la telefonía, etcétera que llevaban consigo el desarrollo de una nueva tecnología que iba a cambiar al mundo.

La baquelita fue la primera de una serie de resinas sintéticas que revolucionaron la economía moderna y la vida tecnológica.

Y aunque su inventor no llegó a conocer en toda su plenitud el triunfo de la baquelita, en su momento reivindicó orgulloso, que su producto era el material de los mil usos. Y es probable que no exagerara.

No porque a lo ya dicho, habría que añadir que a partir de su descubrimiento se pudieron obtener nuevas resinas fenólicas, polvos para moldear, de alta presión, laminados, barnices, lacas y adhesivos, y un largo etcétera.

Sí. No exageraba, probablemente.

Baekeland, gracias al éxito comercial de la baquelita, se hizo multimillonario y fue portada de la revista Times el 22 de diciembre de 1924.

Además recibió la Medalla Franklin en 1940, escribió el libro ‘Some aspects of industrial chemistry’, etcétera.

Al morir en 1944, su trayectoria personal y profesional había sido reconocida por científicos y organismos académicos de todo el mundo. Y sus productos se encontraban en uso en casi todas las industrias.

Por eso, para muchas personas, él es el padre de la industria del plástico.

Les dejo. Me parece que huelo a baquelita.


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