domingo, 17 de abril de 2016

Tabaco de Indias y brujería (1)

Miedo me da les decía el pasado miércoles, cuando les uní la nueva práctica de tomar tabaco por boca y nariz, con la Santa Madre Iglesia (“...tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia.”).

Un temor comprensible si recordamos sus “litigios científicos” con gente como N. Copérnico, G. Bruno o Galileo Galilei -por nombrar sólo los más conocidos-, y cómo acabaron algunos de ellos.

Bueno pues también el consumo de tabaco fue fuente de problemas para la Iglesia. Todo empezó en 1492, con Cristóbal Colón al frente y en lo que llamaron las Indias.

En concreto en Cuba cuando, según cuentan las crónicas, los marineros descubrieron con sorpresa que los indígenas echaban humo por la boca, al aspirar unos rollos de hojas de palma y maíz que habían rellenado con hojas secas de tabaco y que encendían por un extremo, aspirando su sahumerio por el otro.

Hoy sabemos que el rollo, al que los indígenas llamaban "cohiba", contenía hojas de Nicotiana tabacum o tabaco de Virginia, una planta herbácea perenne, de la familia de las solanáceas, oriunda de América tropical y con cuyas hojas se produce la mayor parte del tabaco que, en la actualidad, se consume en el mundo.

Ni que decirles tengo que la particular fragancia que desprendían esas hojas secas, junto a la práctica tabaquil de fumárselas, no pasó en absoluto desapercibida a la marinería.

De hecho muchos se aficionaron a su consumo y entre ellos un tal Rodrigo de Jerez, quien cuando regresó a España se trajo algunas hojas para seguir fumando en el suelo patrio.

Lo que se dice un porte para su consumo particular.

Rodrigo de Jerez
No debo seguir avanzando en este relato sin antes contarles algo de este hombre. De entrada, y aunque ya ha sido tratado, negar que él fuera Rodrigo de Triana.

Nombre con el que es conocido el marinero que jugó tan relevante papel en el descubrimiento de América, y del que sin embargo sabemos tan poco y de forma tan confusa. Aún hoy existen dudas y lagunas sobre su procedencia e incluso su auténtico nombre.

Aunque sobre ambas existen distintas conjeturas. Una de ellas que el tal marinero fuera el ayamontino Rodrigo de Jerez; una hipótesis que por lo que tengo leído, hoy está del todo descartada.

Por cierto, y a pesar de su nombre, Rodrigo de Jerez no era gaditano sino onubense de la localidad de Ayamonte y junto a Luis de Torres, un judío converso, acompañó a Cristóbal Colón en su primer viaje, a bordo de la nao Santa María.

A él se le atribuye el honor de ser el primer europeo en fumar, lo hizo allá en el Nuevo Mundo, y también de ser el introductor, al menos oficioso, de la planta en Europa, al volver a bordo de la carabela la Niña en 1493, con unas plantas de la solanácea entre sus posesiones.



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